No juzguez y…
Hay una gran propensión a juzgar a los demás sin mayores argumentos, o con los mínimos, que a menudo son parciales y fruto de la propia manera de ver la vida. Es decir, se mide a los demás por criterios propios, lo cual no es bueno pero que no sería tan grave si se entrase en profundidad, pero es que la sentencia proviene después de valorar cosas tan leves como una forma de vestir o una opinión concreta, que puede afectar a una parte y no al todo. Por ejemplo, si vas en vaqueros y no usas corbata ni en los actos solemnes, eres un rojo; si das una opinión negativa sobre la jerarquía católica o sobre un hecho determinado relativo al cristianismo, eres ateo. Y se quedan tan anchos, no van más allá. Presuponen muchas cosas que la mayoría de las veces distan mucho de ser ciertas. Y eso me molesta enormemente, porque hay quien se cree poseedor de verdades absolutas en cualquier asunto, y como discrepes lo más mínimo es como una gran ofensa, y de paso te cuelgan una etiqueta temeraria, la que sea. No se puede clasificar a la gente por una opinión, por llevarnos la contraria o por su forma de vestir. Pero eso pasa continuamente. Antes de juzgar a los demás debiéramos mirarnos en el espejo. Pero eso ya está escrito en textos muy antiguos.