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Los indignados desconciertan al sistema

El movimiento que se rebela contra los desmanes del capitalismo y la política enquistada del bipartidismo ha cogido por sorpresa al sistema. Al principio creían que eran unos pocos jóvenes desorganizados que ejercían su derecho al pataleo, pero los próceres se van dando cuenta de que el asunto puede ser más serio de lo que pensaban. El Gobierno ha tratado de hacer oídos sordos, mirar para otro lado, el PP se queda quieto, que es lo que viene haciendo últimamente, porque se supone que tiene las elecciones ganadas (estas y las otras) y que de lo que se trata es de no hacer algo que pueda romper esa dinámica. tianammen.JPGEsa es su idea, aunque algunos, como Mayor Oreja o el alcalde de Valladolid, parecen no haberse enterado de la consigna y van por libre, lo que pone de los nervios a Rajoy y su guardia pretoriana. El poder establecido casi de manera automática durante más de treinta años creía en una alternancia hasta el infinito, pero siempre ellos (unos u otros) controlando el gallinero. Y no contaban con este movimiento, que nadie sabe el calado que tiene ni qué consecuencias puede generar. Cuando la gente empieza a perder la esperanza es imprevisible, y desde luego creo que acabaron los tiempos en que todo se decidía en las ejecutivas de las fuerzas políticas dominantes. Algo tendrán que hacer porque si no esa desesperanza les pasará por encima. Ya saben, en política, lo que no ocurre en décadas puede suceder en días, como un terremoto, que en cinco segundos lo cambia todos. Si los partidos políticos no toman nota y empiezan de una vez a hacer democracia de verdad (listas abiertas, servicio al ciudadano, control de los tiburones…) el huracán no dejará de soplar, y ya pueden mandarle a la policía a los jueces o a la Junta Electoral. La historia avanza con mucha más fuerza que todo eso.

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Ensayo sobre la lucidez

Después de las movilizaciones del 15-M en 52 ciudades españolas, toca observar cómo van respondiendo los diversos sectores contra los que iban las manifestaciones. Los medios más a la derecha hablan de manifestaciones de la extrema izquierda, y los más moderados califican al movimiento de antisistema, con todas las connotaciones peyorativas de esta palabra, pero en realidad es verdad que son eso, que es evidente para todo el que tenga dos dedos de frente, que ve cómo el sistema es una gran puesta en escena en la que unos pocos ganan y la mayoría está siendo vapuleada, o peor, ignorada. Resulta que si alguien se cansa de que lo atropellen es un antisistema, por lo que deduzco que lo que predican esportada-ensayo-sobre-lucidez_grande[1].jpg que se calle y siga humillado; es decir, algo similar a la esclavitud. Da vergüenza oír cómo esos poderosos gurús del capitalismo abogan por la contención de los salarios (que ya son de miseria), mientras ellos cobran millones o usan habitaciones de hotel de tres mil dólares sólo para dormir un rato. Ya se le ha visto el plumero a Gallardón, que ha mandado a sus guardias a desalojar a los jóvenes acampados en la Puerta del Sol, con la ayuda, eso sí, de la policía estatal, porque lo que predican estos jóvenes no es del gusto de los dos grandes partidos que controlan el poder desde hace treinta años. Mientras gane uno u otro les funciona su sistema, por eso ponen el grito en el cielo cuando aparece otra fuerza que pueda hacerles daño, aunque sea en una parte del territorio. De ahí la cruzada contra los partidos nacionalistas y la campaña de ridiculización de Izquierda Unida, a la que se suman con fáciles chistes influyentes comunicadores supuestamente progresistas. Ahora los dos grandes partidos, en boca de sus candidatos o en homilías de sus voceros afines, dicen que no votar es reaccionario, por lo que meten en ese saco a Saramago por la propuesta que hace en su celebrada novela Ensayo sobre la lucidez, aunque luego se confiesen admiradores del Premio Nobel portugués. Lo dirán tantas veces que seguramente calará en la gente, porque, Goebbels dixit, «miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá». También decía el ministro de propaganda de Hitler que «una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad». Dice realidad, no verdad. Yo digo que sigue siendo mentira, pero finalmente lo que interesa es cómo la perciben los ciudadanos y si la aceptan se vuelve real. Y ahí los poderosos ganan, tienen todos los instrumentos en sus manos. ya lo dijo Emiliano Zapata: «Lo peor no es la traición que se ve, sino la que no se percibe».

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Derecho a la imagen


La recurrencia de los juicio mediáticos paralelos hacen muy complicada la aplicación del Derecho a la propia Imagen de los ciudadanos. Desde que alguien levanta la libre se consumen millones de páginas y centenares de horas de radio y televisión. Si a eso sumamos la lentitud de los procesos y la exposición constante de las personas a opiniones casi siempre sin fundamentos jurídicos, ACF3CF[1].jpgviene a resultar que si finalmente alguien es inocente va a dar igual, porque su imagen ha quedado dañada, y encima hay medios que se resiten a dar por buena una sentencia. ¿Quién restaurará la imagen limpia de Alberto Contador o la de Marta Domínguez? El refranero dice que «honra probada, honra manchada», y por eso habría que buscar la manera de que solo sean expuestos a los medios los casos probados y sentenciados. Ya sé que es muy difícil, pero al menos tendría que haber una normativa que impidiera juicios paralelos. Si alguien es culpable, ya lo dirá la sentencia, y aunque así fuere el castigo mediático es una pena añadida, que incluso puede funcionar como medio de presión sobre todo en los jurados, que son meros ciudadanos sin formación jurídica que se guían por lo que ven y oyen. Este es un asunto complicado, y como afirma la irónica maldición «Pleitos tengas y los ganes». Y aún ganando, habrás perdido la imagen.