Publicado el

Ciencia y religión

imagesCAGXO75Y.jpgComo no se había dado bastante leña, la ciencia acude en socorro de los desgañitados predicadores contra la homosexualidad. Estos habrán pensado que, como la ciencia alemana es pionera en el mundo, si ellos afirman algo, es que seguramente lo pueden comprobar. Y puestos al asunto, unos científicos germanos han descubierto cómo «curar» la homosexualidad, con un combinado de psicoterapia, filosofía, etología y las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. ¡Acabáramos! Todo iba muy bien hasta que metieron las Sagradas Escrituras, que es un tótem, una guía, un relato fantástico… Todo, menos un tratado científico. Es como si Arquímedes, para apoyar lo de la flotabilidad, nos remitiera al pasaje del Diluvio Universal, o que Einstein ilustrase su teoría del tiempo con el primer versículo del Génesis. Mezclar ciencia con religión nunca sale bien, ni a los alemanes. Antaño, a los homosexuales se les aplicaban electroshocks (el mi pueblo los choques), o se les apedreaba directamente. En Las Sagradas Escrituras se les destruía con fuego (Sodoma y Gomorra). Ahora, como hay que ser políticamente correcto, se van a la homeopatía. Y es que los que quieren que el mundo sea según su medida no paran. ¿Por qué no dejan que cada cual viva su vida en paz?

Publicado el

Nadal es solo un estímulo

Nadal se está convirtiendo en un tenista de leyenda, como Laver, Sampras o el mismo Federer al que siempre vence en París. Lo mismo pasa con Contador, que ya he perdido la cuenta de sus grandes rondas ganadas, o la selección española de fútbol, o los récords del Barça, el motociclismo, la Fórmula 1 y los anillos americanos de Gasol. Me parece bien, y es bueno que pongan a España en las portadas de los medios de todo el mundo, pero ya está empezando a cansarme el discursito de que estos deportistas son un ejemplo para nuestra juventud. 220px-Lorbeerkranz[1].pngEn todo caso son una inyección de moral para la sociedad, pero no se les puede imitar porque son inimitables. Han nacido con un talento y unas dotes especiales para hacer lo que hacen, han trabajado mucho, han llegado muy lejos; la mayor parte de la gente carece de esos talentos, y en caso de tenerlos no aparece la oportunidad ni los apoyos para lucirlos. Miles de niños sueñan con coronarse en un podio de los Campos Elíseos, ganar Roland Garros, levantar la Copa del Mundo o ser el sucesor de Messi. Al final, en lugar de ejemplos son fuente de frustraciones (como las miles de chicas que quieren ser modelos), a la vez que banderines de engache de unas marcas que sólo quieren vender. Un gran negocio, vendiéndole a los niños raquetas de las usa Nadal, cullotes como los de Contador, Camisetas con el color y el número de este o aquel futbolista, merchandising de mil objetos que van desde sábanas hasta chuches. Me creería la ejemplaridad de estos héroes contemporáneos si su premio fuese como antaño una corona de laurel. Ahora no son un ejemplo, pero sí es cierto que son una reafirmación del espíritu de tribu.

Publicado el

Un premio que rompe barreras

El Jurado del Premio Príncipe de Asturias ha dado un paso adelante, porque ha otorgado el Premio de Las Letras a Leonard Cohen, un autor que tiene buena parte de su obra literaria metida en un pentagrama. Hay una oposición casi académica a conceder a los autores de letras de canciones el status de poeta. Está claro que la poesía tiene sus reglas, muchas veces no escritas, y por lo tanto no todas las letras tienen contenido poético, pero lo mismo podríamos decir de los libros de poemas, de manera que a los letristas que hacen poesía para ser cantada (hasta ahora no poetas) les pasa lo mismo que a los guionistas de cine; a estos se les relega de su condición de escritores porque se dice que luego viene la dirección y muchos elementos que componen la película. Cierto, una película es una obra coral, siempre, pero igual sucede con una representación teatral, cuyo texto original llega a los escenarios con la visión del director, y nadie se atreve a negar los valores literarios de Shakespeare (¿de cuántas formas y desde cuántas perspectivas se ha representado?), Lorca o cientos de venerados autores teatrales.
leonardcohen1969[1].jpgCon las canciones pasa lo mismo, y aunque Leonard Cohen debe su gran popularidad -sobre todo en Europa- a sus canciones, también es autor de libros de poesía y narrativa. Hace unos años, hice una entrevista a un poeta Premio Canarias de Literatura, que puso el grito en el cielo cuando le comenté que muchas de las canciones de Serrat, Aute, Silvio Rodríguez o Atahualpa Yupanqui (hay muchos y muchas más) me parecían bellos poemas. No sé qué dirá ahora, cuando un jurado del peso del Premio Príncipe de Asturias se atreve a poner en su lugar algo que ya era evidente, al menos para mí. Siempre ha sonado Bob Dylan para el Premio Nobel de Literatura, y a mucha gente le parece un disparate. No lo es, pocas palabras creadas por un artista han tenido tanta incidencia en el mundo como las de Dylan, y para eso tienen que estar bien escritas. El Jurado del Príncipe de Asturias se ha decantado por un autor muy especial, pues lleva sangre y cultura hebrea y lituana (europea), un cierto aire francés (no olvidemos que es canadiense y medio Canadá es de lengua y cultura francesa) y no puede negar la gran influencia estadounidense, su poderoso vecino del sur y a menudo su casa, lo mismo que Londres, las islas griegas y la estridente California. Cohen es una cultura macerada en un cuerpo con aire entre un Al Pacino displicente y un solemne capo siciliano, que se sale de una mirada que derrumba todo lo demás, y una voz que recita con corcheas y canta diciendo. Y lo que dice.
Para varias generaciones de todo el mundo, las palabras, la voz y la música de Leonard Cohen son un faro, que une espiritualidad, rebeldía y coherencia. Suzanne es un símbolo, como Al vent, Ne me quite pas, Mediterráneo, Blowin’ in the Wind y tantas otras. Y si quedase alguna duda. Leonar Cohen es un gran poeta de libros y un novelista muy importante. Pero yo quiero creer que el Jurado ha valorado también las letras de sus canciones, como quise pensar que la Academia sueca puso en valor también los guiones cinematográficos de Harold Pinter cuando le concedieron el Nobel.

***
(Este trabajo se publicó el pasado jueves en la edición impresa de Canarias7)