Que repitan el eclipse
Los eclipses son espectáculos que la naturaleza nos brinda para dejarnos clara nuestra pequeñez y la dependencia que tenemos de astros como el Sol o la Luna, que gobiernan nuestra temperatura, las mareas y otros parámetros que hacen posible la vida. En la antigüedad, los eclipses eran tomados como malos augurios, y si, como en el caso de hace dos días, la luna se ve roja roja por cuestiones físicas la cosa era aún peor. Eclipses, lluvias de estrellas y otros fenómenos astronómicos han dado miedo, sencillamente porque se ignoraba casi todo sobre ellos. Pero si los eclipses de Luna son curiosos, los totales de Sol son tremendos. Cuando digo eclipse total es total, y el último que de esas características hemos visto en el centro de la diana en Canarias sucedió el 2 de octubre de 1959. A las 11:45 de la mañana de un día luminoso, oscureció totalmente; se veían las estrellas y las aves buscaron su palo para dormir. La ignorancia de lo que estaba sucediendo hizo que muchas personas fuesen presa del pánico, mientras gritaban que era el fin del mundo que se había adelantado, ya que por entonces estaba anunciado para 1960, tres meses después, que era cuando decían que iba a ser abierta la tercera carta de Fátima. Mientras tanto, los niños en la escuela no se asustaron, porque los profesores los habían preparado, y lo observaron con cristales ahumados. Luego hubo otro eclipse total de Sol el 30 de junio de 1973, y se anunció a bombo y platillo porque el avión Concorde repleto de científicos y periodistas salía de Gando para seguir la ruta del eclipse y observarlo por más tiempo. Pero no se hizo de noche, fue como un día nublado, y hasta circulaba el chiste de que al día siguiente iban a repetir el eclipse porque no había salido muy bien. Pues lo mismo ha ocurrido con el de Luna, porque las nubes no lo han dejado ver en Las Palmas. Seguramente será culpa de Zapatero, y no me extrañaría que el PP pida que lo repitan.