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La televisión como servicio público

zzzx tele.JPGQue las cadenas de televisión privada nos llenen los fines de semana y los veranos con programas infectos, repeticiones sobadas y magazzines estúpidos puede explicarse seguramente porque la facturación de publicidad es la que manda y se piensa que en el verano la gente viaja o se va a la playa y no ve la televisión. Pero no es así para todo el mundo, pues hay un gran sector de la población que carece de medios para irse de casa, o que no salen los fines de semana, y es ahí donde la televisión pública debe ser eso, un servicio público. En verano tendría que haber una programación hecha con el mismo cuidado que durante el resto del año, porque hay gente que está hasta la coronilla de los veranos azules de Mercero, de las reposiciones de películas y telefilms manoseados y de programas de recortes. La televisión pública no está para competir en el mercado sino para dar productos audiovisuales interesantes, divertidos y novedosos. Y las privadas deberían implicarse un poco más, porque al fin y al cabo, como los panaderos, los farmacéuticos y los camareros, trabajan para la gente, aunque sea desde una empresa privada, porque los canales de la TDT e incluso los de pago, llenan sus parrillas de repeticiones. ¿Cuántas veces se ha tropezado con el mismo capítulo House, Bones o El mentalista?

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Los poetas se van en silencio

zzzMariano-Vega-Luque[1].jpgEn verano hasta las malas noticias llegan con sordina, y la muerte de Mariano Vega es una noticia horrible que me llega tarde pero que no puedo dejar de referir. Mariano Vega fue un hombre silencioso, y no es una contradicción en quien tenía como herramienta la palabra. Usaba la palabra sosegada como periodista, con una voz calmada que daba seguridad y credibilidad en la radio. La palabra poética que se metía por las rendijas de sus libros sin armar algarabía pero dejando la huella que deja siempre la poesía de verdad. La palabra suya en boca de otros, sobre las tablas del teatro, porque también fue un autor teatral, que es un raro especimen en las letras canarias. Mariano Vega era la palabra en su justa medida, y se ha ido sin ruido, tal como vivió. Para dejar rastro no es necesario el griterío, basta con que se diga la verdad. La poesía se queda con la memoria de un hombre cabal que jamás dio un codazo pero que está ahí para siempre. Se ha ido demasiado pronto, pero nos deja su lección de sosiego y profesionalidad, su palabra poética y su amor por el teatro, la poesía y el periodismo, por la comunicación entre los seres humanos. Descanse en paz.