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Rouco no da puntada sin hilo

La verdad es que me resulta cansado volver una y otra vez sobre lo mismo, pero es que quien calla otorga, y el Presidente de la Conferencia Episcopal no da puntada sin hilo. A menudo me pregunto qué pretende con sus palabras, porque siempre está hurgando en la herida y tiene una asombrosa capacidad para presentar a la Iglesia Católica como víctima no sé de qué conspiración. ¿Qué laicidad es la que practica un Estado como el español que está batiendo el récord de visitas papales con el gasto que ello supone? ¿A qué otra religión le cierran medio Madrid para que realice sus reuniones multitudinarias? Ya sabíamos que la culpa es una de las estrategias más utilizadas durante siglos, pero ya no cuela. Los indignados, según Rouco, tienen un problema con su alma. ¿Es que acaso no hay católicos indignados? Nunca habla de los millonarios, de los banqueros y de los poderosos, siempre culpabiliza al de abajo. ¿Es esa la Iglesia de Cristo?
zzzzroucooo.JPGQue el Papa, el Dalai Lama o el Arzobispo de Canterbury viajen y se reúnan con sus seguidores me parece perfecto, pero no echen las culpas de la miseria y el abuso que se vive hoy en nuestras sociedades a los Estados. Rouco dice ahora que el Estado español se mete en asuntos que no le corresponden. ¿Cómo que no le corresponden? Ve la paja en el ojo ajeno pero ignora la viga en el propio. Qué pena que una institución seguida por millones de personas esté continuamente atizando la llama del enfrentamiento. Ya sé que es una perogrullada lo que voy a decir, pero a lo mejor tendría que releer los Evangelios con una mirada más abierta, porque lo escucho y sólo percibo algo parecido al rencor.

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Más lecturas de verano

Se suele decir que es en verano cuando más se lee, pero seguramente no es verdad, porque hay buen tiempo y la gente está mucho en la calle y con amigos, que es una costumbre muy saludable. En otros ámbitos parece ser que sí, que es el verano el momento de la literatura. En Francia, por ejemplo, los grandes lanzamientos se hacen al final de la primavera y los grandes nombres están en el mercado estival con sus últimas obras, algo similar a lo que ocurre aquí en otoño, pero el mercado español mira más hacia la Navidad y luego hay un repunte en abril con motivo del Día del Libro y las ferias. Releer es una actividad que viene bien, porque siempre se aprende de una gran obra y de los grandes autores, sean clásicos o contemporáneos.
zzzsFoto0079.JPGHubo un tiempo en que casi todos los verano releía Cien años de soledad, pero ya me agota porque siempre me abruma lo que falta por suceder. Por eso no entiendo muy bien a esos especialista de los llamados libros sagrados de la literatura. Les juro que he leído El Quijote, pero volver otra vez sobre él me resulta muy cansado. Por lo pronto, estoy releyendo a Jorge Semprún y a Carmen Martín Gaite, dos plumas que unen a la literatura un pensamiento muy rico. Iba a releer El Crimen y el castigo, pero me entró miedo, porque no me siento capaz de liarme con la psicología profunda. Tengo la tentación de seguir el consejo que me dio Rubén Benítez Florido, compañero bloguero de Canarias7, y volver ahora sobre Así habló Zaratustra. Lo leí en su momento y me impactó, pero con la experiencia seguramente tendrá otra lectura. A ver si me animo.

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Lecturas de verano

Tradicionalmente dejamos para verano los libros gordos, para leer en la hamaca o en las horas muertas. El problema es que ahora todos los libros son grandes. Parece que si una novela no es muy extensa no puede convertirse en un clásico, y la historia no dice eso.
zzstefan-zweig-marc3ada-antonieta[1].jpgHay en efecto novelones que forman parte de la historia de la literatura, desde Guerra y Paz a Fortunata y Jacinta, pero no es menos cierto que novelas de pocas páginas también están en el cuadro de honor: Pedro Páramo, La perla, El extranjero, Carta de una desconocida… Recuerdo que dejé para verano El nombre de la Rosa, la trilogía de la familia del Valle de Isabel Allende o me discipliné para leer de cabo a rabo El Ulises de Joyce (lo leí con esmero y sigue pareciéndome insufrible). La lectura de verano que recuerdo con mayor gozo es la biografía de María Antonieta escrita por Stefan Zweig, una maravilla, que se lee como una novela y que acabas administrando porque no quieres que se acabe. Siempre que me piden consejo para comprar un libro bueno y entretenido recomiendo a Zweig, nunca falla, porque aparte de novelas magníficas, es probablemente uno de los mejores escritores de biografías que conozco; y hay donde elegir: María Estuardo, Erasmo de Rotterdam, Paul Verlaine, Fouché, Dostoievski, Balzac, Casanova y, por supuesto, la estrella: María Antonieta. Hay más. Ahora acabo de leer un «tocho» de un afamado novelista español, aclamado por la crítica y que cuenta una historia en 400 páginas que a Hemingway le habría dado apenas para un relato no muy largo. Dicen los especialista que tiene una prosa profunda y envolvente, y a mí me parece que marea la perdiz. No les digo el autor, pero si les doy una pista: sus obras estaban entre los libros que Umbral tiraba a la piscina.