El día maldito
Hay fechas numéricas que parecen marcadas por el horror, la intolerancia y la violencia. El 11 de septiembre es una de ellos, a pesar de que en La Aldea de San Nicolás la tienen por el gran día del rito festivo, pues los aldeanos consagran su Charco a la tradición y al futuro. Menos mal que hay al menos un lugar en el que el 11 de septiembre es gozoso.
Cataluña también celebra una fiesta, pero es un recordatorio de aquel 11 de septiembre de 1714 en el que miles de catalanes, liderados por Rafael Casanova en una ciudad sitiada durante más de un año, fueron masacrados, llenando de sangre y de mala memoria las calles de Barcelona. No podemos olvidar tampoco el 11 de septiembre chileno, cuando en 1973, en plena Operación Cóndor organizada en el Norte, acabaron con la democracia, lo que llevó a la muerte directa o inducida de dos figuras tan cenitales como Salvador Allende y Pablo Neruda (el poeta, ya enfermo, moriría el 23). Y, aunque hay más, sin duda el 11-S neoyorkino será para el futuro el día del horror, con detalles que seguramente conocerán nuestro nietos -si es que llegan a saberse-, pues ese día se cerró un ciclo abierto en 1945, al final de la II Guerra Mundial, y empezamos a vivir en otro mundo. Hay quien asegura que también se cerró otro período, el que comenzó con la Revolución Francesa, y por lo tanto más de dos siglos de conquistas sociales se irían desvaneciendo. Alguna razón tendrán porque el derribo de la Torres Gemelas es la señal de un cambio que hasta ahora es claramente negativo. Ojalá pronto también empiece a ser historia, porque este episodio, diez años después, sigue siendo presente porque está en el origen de mucho dolor actual.