La culebra californiana
La UE, tan comprensiva siempre, ha dado un millón de euros para un proyecto destinado a acabar con la culebra californiana que está adueñándose de nuestro barrancos. Algún listillo la introdujo y la soltó, y como se reproduce con facilidad hay culebras para dar y tomar. Esto es un peligro tremendo porque, aunque la culebrita no sea venenosa y constrictora como la pitón, se alimenta de animales autóctonos, que son los encargados de mantener a raya a otros bichos. La tal serpiente ha roto el ecosistema, como un día lo hizo el DDT contra la plaga de langostas, y eliminó aves rapaces propias como el milano y la aguililla y puso en peligro grave a otras como el guirre. Me cuentan que, en tiempos de la conquista, una de las plagas de animales foráneos introducidos fueron los gatos, esos lindos felinos que según parece eliminaron a otros animales autóctonos. Siempre he sido reticente a que a estas islas sean traídos animales exóticos, porque tenemos la fortuna de que en nuestros campos y montes no hay bichos venenosos ni fieras terribles, todo lo más algún alacrán de la madera o cualquier otro insecto cuyas picaduras son molestas y latosas pero no mortales. Cuando sé que tienen en exposición (nunca he ido a ver los) serpientes venenosas, caimanes tremendos o arañas terribles, pienso que no debería permitirse ni eso, porque cualquier accidente puede ocasionar su fuga, y como ha pasado con la culebra califroniana podemos ser invadidos por bichos terribles. Tanto trabajo no cuesta, y si se hace con propósito didáctico me inclino por los medios audiovisuales. Tampoco es cosa de quitarle el trabajo al National Gegraphic.