¿La justicia debe ser ciega?
Es de suponer que si la Audiencia Nacional ha dictado una sentencia tan dura contra Otegui y Diez Usabiaga será porque tiene buenas razones fundadas en Derecho. Pero un cosa es la justicia y otra la política, y cuando está en juego un bien mayor el sentido común indica que hay que mirar muchos detalles. Verdad es que los jueces de la Audiencia Nacional deben ceñirse a los hechos que se juzgan, pero no es menos cierto que estos magistrados no son párvulos que no ven más allá de donde miran. En el momento actual, y cuando habia fundadas esperanzas de que el final de la pesadilla estuviese cerca, un hecho como este pone dificultades importantes, y determina por sentencia que estas dos personas pertenecían a ETA, asunto este que desde luego que va a dar pábulo a mucho debate. Desconozco si hay posibilidad de recurso ante instancias superiores, pero en todo caso esos trámites van muy despacio y ensombrecen la perspectiva de que tal vez ETA pudiera anunciar su disolución la próxima primavera, coincidiendo con el Aberri Eguna (Domingo de Resurrección). Desde luego, este es un problema muy delicado desde cualquier punto de vista, sea jurídico, político, ético y pragmático. El sistema judicial existe para que los delitos no queden impunes, pero en este tipo de asuntos lo que debe primar es el pragmatismo enfocado al interés general. Con estas premisas, tenemos otra piedra, que ojalá no sea una pared, en el camino hacia la paz. Escasos como estamos de líderes capaces de afrontar grandes desafíos, más que saber quién le va a poner el cascabel al gato es necesario encontrar una idea de cómo hacerlo.