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Poetas

Hace veinte años escribí estos versos, que ni siquiera recuerdo si publiqué en alguna parte. El caso es que al leerlos, en hoja volandera perdidos en medio de un libro, vi que eran más versos de periodista que de poeta. Tampoco recuerdo qué había sucedido que tanto me cabreó, pero siempre hay razones poéticas para indignarse contra quienes prostituyen la literatura. Hoy también. Estos son aquellos versos:
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Ayer la poesía divisaba la aurora,
fue primer corazón que lastima la guerra,
hoy puede ser reloj que detuvo su hora,
vendido en el burdel que al dinero se aferra.
Se reparte la gloria, se cambian los honores,
se premia lo premiado y llueven las medallas,
muere la poesía en batallas de flores,
y la entierran envuelta en toga de canallas.
Quizá el pueblo que paga y tiene sentimientos,
desconfíe de los vates, falsos anacoretas,
pero como no escucha voces de descontento,
cree a los poetas dioses, chamanes o profetas.
Y al poeta sincero le han puesto una mordaza,
que aprietan quienes dicen amar la poesía,
poetas de casino, cada verso una baza,
venden lo más sagrado en vulgar simonía.
El poeta es el grito que libera la tierra,
dijo Agustín Millares, unánime poeta,
pero todo ha cambiado en esta vida perra,
y hoy poeta es el listo que se traza una meta.
El dios de los poetas, el mayor de La Tierra,
tendrá cara de amianto, qué digo cara: ¡jeta!

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La era de Acuario

Desde hace algunos años -ya bastantes- vengo observando cómo la gente en general y a todos los niveles tiene comportamientos irracionales, disparatados y en muchos casos dados a la violencia gratuita, sea verbal o física. Y eso echa por tierra las teorías de los seguidores de las teorías del zodíaco, que afirmaban que cuando entrásemos de lleno en la Era Acuario todo sería amor, paz, entendimiento y concordia. No soy nada entendido en asuntos esotéricos y astrales, y desde luego muy poco entusiasta, pero, por lo que parece, estas etapas, que llaman eras, son largas, cientos de años, y por lo visto el tránsito de la una a otra -no sé siquiera cuál fue la anterior- sucede paulatinamente, zsssamor-y-paz[1].jpgy ese traspaso comenzó en los años sesenta, lo que dio lugar al movimiento hippie y aquello de «haz el amor y no la guerra», que quedó reflejado en la ópera-rock Hair, de la que es muy conocida la canción Aquarius. Se decía en los años setenta que en cuarenta años acabaría el tránsito, por lo que ya hay quien habla de que esa idílica Era Acuario entraría definitivamente el 21 de diciembre de 2012, cuando otros aseguran que se acabará el mundo según los muchos agoreros habidos (Nostradamus, el calendario maya, la Gran Pirámide…) y sus intérpretes. A la espera de esta nueva era nacieron movimientos como el New Age, pero yo es que no veo por ninguna parte esa concordia y esa nueva escala de valores positivos que anunciaban. Nadie escucha a nadie, los dirigentes se vuelven locos por intereses personales, como el primer ministro griego, que por una jugada política personal puede hacer volar a Europa por los aires, hay agresiones sin justificación (ninguna la tiene, pero algunas se hacen por mero deporte). Es decir, está ocurriendo todo lo contrario de lo que llevan cuarenta años anunciándonos, y los más entusiastas de estos asuntos ya empiezan a cambiar el discurso, y de ser un nuevo tiempo de paz y armonía se están sumando al milenarismo del fin del mundo. Para colmo, en Canarias nos estalla un volcán.

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¿Canarios con nombre en inglés?

-Olga, Chica, tú por aquí, no esperaba encontrarte en una librería.
-Me ofendes, Roberto, deberías saber que soy una gran lectora.
-Ya, ya veo, llevas un cargamento.
-Pues, me llevo la edición de bolsillo de los tres libros de Larson, el sueco ese que se murió, la última de Ken Follet y otra de las catedrales que me recomendaron, la nueva del Capitán Alatriste y el Premio Planeta.
-¿No te llevas la novela finalista?
-No, me llevo la ganadora, que por algo le dieron el premio.
zlibros cana.JPG-Ya, visto así tiene lógica, con lo cual nunca comprarás un libro de Kafka. No ha ganado el Planeta.
-Yo voy sobre lo seguro, si venden mucho es que son buenos… Y dime, que són esos dos libros que has comprado.
-¡Ah, sí! El último de José Luis Correa, Murmullo de hojarasca, y también el último de Víctor Álamo de la Rosa, Mareas y marmullos.
-Muchos murmullos veo yo, Roberto, no he oído hablar nunca de esos escritores. ¡Claro, claro! Ya me has dicho que son canarios.
-Sí, como Alexis Ravelo, Santiago Gil, Cristo Hernández…
-Pero, ¿a dónde van con esos nombres?
-Es que se llaman así, como Faulkner se llamaba William y Dostoievski se llamaba Fiodor.
-Pero, hombre, Roberto, un autor que se apellida Correa, Álamo, Ravelo, Gil, Hernández…
-Ya ves, también hay por ahí Ramírez, González, López, Domíguez. A lo mejor los autores y autoras de aquí tendría que cambiarse el nombre, y José Luis Correa sería J.L. Belt, Víctor Álamo de la Rosa V. A. Rose y Santiago Gil sería Jacques Gil. No olvides que un tal Rafael Romero, escritor canario, se cambió el nombre por Alonso Quesada, y publicó varios libros con títulos en inglés.
-Es que… ¿Sabes? yo…
-Vamos a hacer una cosa, Olga: yo te regalo estos dos libros, Murmullo de hojarasca y Mareas y marmullos, tú los lees y te garantizo que la buena literatura nada tiene que ver con el apellido del autor ni su procedencia. Buenos y malos hay en todas partes.
-¿Y estos?
-Esos son buenos, si no no te los recomendaría. Y, lo siento, son de aquí.