Ley de Costas sí y no
Aplicando la dichosa Ley de Costas se han ensañado con algunos caseríos canarios que fueron levantados junto al mar hace décadas. Bien está todo eso de cuidar el medio ambiente y urbanizar con cabeza, pero nadie acaba de entende por qué es tan urgente y necesario derribar casas en unos lugares y sin embargo nada pasa en otros. Parece ser que la cifra mágica es 90 metros desde el agua, y como no conozco la ley -ni ganas- debo suponer que en los núcleos urbanos eso no es aplicable, porque si así fuera habría que derribar muchos metros cuadrados en Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, Málaga, la costa sur de Gran Canaria y no sé cuántos lugares más. Siempre acaban derribando pequeñas construcciones -algunas que vienen de bisabuelos o antes- en las que habita gente humilde. Ahora le toca a Tufia, y si es verdad que estoy de acuerdo con tratar de respetar la naturaleza, que alguien me explique por qué, de repente, las casitas de Tufia suponen un peligro para el ecosistema y hoteles de cinco estrellas batidos por las olas siguen en pie.