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El Gran Hermano vigila

Cuando Orwel escribió su 1984, vislumbró un mundo como el que hoy existe, en el que un satélite puede saber tus movimientos y hay cámaras de vigilancia por todas partes. Con la coartada de la seguridad son puestas en entredicho la libertad y la intimidad. Ya nadie está a salvo de un control riguroso que se refuerza con el cruce de datos en docenas de redes de todo tipo. Estamos fichados a todos los efectos.
zgarnhermano.JPGLo que no esperaba Orwell es que los avances tecnológicos sirvieran también para que, no solo lo poderes controlasen a la gente, sino que todos nos controlamos a todos, con lo que intimidad queda hecha trizas. Es verdad que mucha gente se expone en las redes sociales, retransmitiendo su vida y sus movimientos, pero todavía hay muchas personas -la mayoría- que prefiere mantener a buen recaudo su vida privada. Hoy eso es imposible, da igual que no entres en las redes sociales, que no tengas móvil ni correo electrónico; cualquiera puede grabar tu voz o tu imagen en movimiento, hacerte una foto con los mil dispositivos que existen y ponerte en circulación. Lo más terrible es que ya sabemos que tanto las palabras como las imágenes pueden mentir, basta con que las saquemos de contexto. Y con la generalización de GPS ya no puedes decir que estás fuera o que te ha pillado un atasco. Muy pronto todo el mundo lo usará y sabrá perfectamente la calle y el número en que te encuentras. Crece la desconfianza porque, cuando tomas un cortado con alguien, no puedes estar seguro al cien por cien de que no te está grabando tu acompañante o el de la mesa de al lado, porque, además, hay micrófonos unidireccionales de larga distancia. El Gran Hermano de Orwell es mucho más monstruoso de lo que él imaginó.

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Archivo de originales en la Casa de Galdós

Es una iniciativa muy interesante, porque puede reunir un fondo accesible a estudiosos y sobre todo porque los manuscritos van a estar con toda seguridad mejor guardados y cuidados que en los desordenados cajones de las gavetas de los autores y autoras. Para dar cuerpo al acto, cuento con las palabras de Maximiano Trapero y Felipe García Landín, dos voces de las que siempre se aprende. Y es honroso formar parte de un palmarés en el que están autores como los que figuran en la columna de la derecha de la invitación y otros que aun no han sido programados pero no por ello menos importantes.
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Como me toca empezar a mí y este es mi blog, aquí lo anuncio.

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En la partida de Paco España

Como le ocurre a muchos artistas, Paco España tocó el cielo y bajó al infierno. Ahora se ha ido definitivamente y creo que es el momento de recordar su paso por la vida y el escenario. Fue pionero en un género, el transformismo, que se hizo muy popular en los años ochenta en nuestro país, si bien los más conocidos casi nunca son los que inician el camino. zPaco-España2[1].jpgEn España la estrella del género era el argentino Ángel Pavlovsky, porque salía en televisión y decían que hacía un espectáculo muy afrancesado. Pero antes fue Paco España, que en los setenta era una figura en los mejores locales de Barcelona y Madrid. Su recreación de Lola Flores es memorable. El transformismo se hizo moneda corriente en las noches de fin de semana, cuando los matrimonios conservadores ortodoxos y gentes de orden salían a cenar y luego acudían en tromba a estos espectáculos con un cierto aire de burla. Nunca se respetó a estos artistas como es debido, porque lo que vemos en el escenario tiene un duro trabajo detrás, y necesita un talento especial. Paco España lo tenía, y fue uno de los fundadores y de los más grandes en un género que se columpia entre lo trágico y lo cómico, pero que finalmente es arte cuando está bien hecho, como es el caso. Se ha querido arrinconar el transformismo en antros de mala muerte y ambientes sórdidos, pero deberíamos aprender de los franceses, que entienden que es un número de cabaret, un género que sí que es respetado en París, Berlín o Nueva York. La vida vino con muchas curvas para Paco España. Ojalá se le haga justicia y haya entrado en la historia del cabaret. Descanse en paz.