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Por San Valentín ya sabemos quién es el amo (*)

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PRIMERO: CUENTO

-Escucha con atención este cuento:
-Empieza, abuelo.
-Verás; se trata de un tipo que estaba dando la vara y molestando a quien tenía el control de la ciudad. El jefe de los amos del territorio decidió acabar con él de una vez por todas, y lo citó en un garaje con el anzuelo de que iban a llegar a un acuerdo. Acudieron sus hombres y fueron masacrados por dos pistoleros, pero el tío que daba la vara se retrasó porque había ido a cortarse el pelo y se salvó de milagro. Pero ya había quedado claro quién mandaba en la ciudad, y el rival quedó inutilizado a perpetuidad. Quien ordenó la masacre fue Al Capone para liquidar la competencia que le hacía Bugs Moran en Chicago, y sucedió el 14 de febrero de 1929; por eso se recuerda este episodio como La matanza del Día de San Valentín.
-Menos mal que lo has aclarado al final, abuelo, porque yo creía que me estabas contando lo de Baltasar Garzón, que dicen los medios que, para aplicar la sentencia del Supremo, será desposeído de su condición de juez el 14 de febrero de 2012.
-Lo que pasa es tú eres un mal pensado. No, hombre, esto era un cuento para que entendieras que en la historia hay hechos que tratan de imponer quién es el amo de verdad. Y a menudo lo consiguen.
-Por eso mismo, abuelo, por eso mismo.

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SEGUNDO: DUDO, LUEGO EXISTO


zwwwwDSCN2774.JPGAlgunos expertos juristas, aun teniendo simpatía por Garzón, aseguran que intervenir las conversaciones privadas de los detenidos y sus abogados rompe las garantías de defensa y que sobre ello existe un vacío legal. Por lo tanto, en ese sentido, la sentencia se ajusta a Derecho porque es interpretable. Ahora bien, he oído en los medios que esta práctica se ha hecho muchas veces en asuntos de terrorismo y más recientemente en los casos de Marta del Castillo y de los niños desaparecidos en Córdoba. Parece ser que la razón de que no se ha acusado a ningún juez es que nadie lo denunció, como sucedió en el caso de Garzón. Pero si se sabía, es evidente que la misión del Ministerio Público es perseguir de oficio cualquier delito o irregularidad en la aplicación de las leyes. Entonces, con este asunto ocurre como cuando hay 30 coches aparcados en una calle sin señalizar claramente, pasa el guardia y multa a uno solo. Puede que, según la interpretación del agente, el coche multado haya violado la norma, pero da que pensar que los otros 29 no sean sancionados, cuando el guardia ve que están en la misma situación. Debe ser que un transeúnte le señaló al policía aquel coche. Si esto es así, tampoco se entiende por qué el Supremo no incluye en la sentencia una recomendación a los legisladores para que llenen ese vacío legal que dicen que existe (¿el Supremo crea jurisprudencia general para el futuro?) Y mientras tanto, ya saben, in dubio pro reo, ante la duda se exculpa al acusado. Digo yo.

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Whitney Houston: la soledad de la cima

La prematura muerte de la extraordinaria cantante Whitney Houston vuelve a poner de actualidad esa tendencia autodestructiva de muchas de las grandes figuras del arte, especialmente de la música. Si terrible es que el tobogán en el que se han subido los lleve al infierno, lo es más cuando la muerte de produce de manera voluntaria, porque uno se pregunta qué había en la mente de estas personas que, teniendo éxito, juventud y dinero, deciden quitarse la vida. a-gaviota.JPGSe puede entender, desde la depresión, la vejez, la enfermedad o el bloqueo mental por razones vitales o políticas por qué llegaron a tan terrible decisión determinado personajes, pero siempre nos preguntaremos por qué se suicidaron Fassbinder o Kurt Cobain, pero sin duda una de las respuestas más probables es que no aguantaron el frío que hace en la soledad de la cima, sin saber quiénes lo quieren de verdad o simplemente se aprovechan de su fama. Casi siempre están presentes las drogas o el alcohol, que van debilitando física y mentalmente a la persona, hasta destruirla. La lista es demasiado larga para reflejarla aquí, pero como ocurre con todos, debemos recordar de Whitney Houston su extraordinaria voz, y las canciones que nos hicieron más agradable algún momento de nuestra vida. Fue un ser humano que sufrió porque la vida es demasiado complicada como para resolverla sumando dos más dos. Pero nos aportó su arte. Por eso seguimos viendo las películas de Charles Boyer, leyendo a Hemigway, Pavese, Virginia Woolf y Stefen Zweig, admirando los cuadros de Van Gogh o escuchando a Elvis, a Janis Joplin y, por supuesto, a Whitney Houston.

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Dickens o la reinvención de la novela

Posiblemente sea Charles Dickens -de quien se cumplen ahora 200 años de su nacimiento- uno de los fundadores, junto a Balzac, de la novela moderna del siglo XIX, que sirvió de espejo a todo el realismo y el naturalismo que tendrían su máximo esplendor en la segunda mitad de esa centuria. Su primera obra publicada, Los papeles póstumos del Club Pickwick, está considerada el arranque de una nueva forma de narrar a la que se acogerían las generaciones inmediatamente posteriores y dio lugar a la gran novela inglesa, pero también a la rusa, la francesa y la española. Tal vez haya que dar también una parte del mérito a Honoré de Balzac, contemporáneo suyo, puesto que ni Flaubert, ni Tolstoi abandonaron los modos románticos hasta que Oliver Twist (1839) se convirtió en el libro más traducido y leído de Europa en la década de 1840.
zzzznavidad1].JPGTambién tendría que compartir el liderazgo de la novela social con Víctor Hugo, si bien el gran autor francés nunca se desprendería de los lazos que lo ataron al romanticismo, movimiento del que es un glorioso epígono y uno de sus grandes valedores en la forma, aunque en sus textos no haya muertos que comparten trama con los vivos, aparecidos o historias fantásticas. En realidad, durante la parte central del siglo XIX convivieron en armonía el romanticismo y el realismo, ambos en sus diferentes formas, desde Lord Byron a Edgar Allan Poe y desde el propio Víctor Hugo a su compatriota Alejandro Dumas (padre), este muy dado a las peripecias aventureras. Curiosamente, es Alejandro Dumas (hijo) quien a toro pasado escribe una de las obras postrománticas más conocidas, La Dama de Las Camelias, que es tan famosa en su versión novelesca como en la Violeta en que la convirtió Verdi para su ópera La Traviatta.
En este barullo de estilos y choque de formas, en los que unos se adelantaban a su época y otros regresaban a los principios básicos del romanticismo, surgió Charles Dickens, y dada su maestría y el enorme poder que entonces tenía todo lo británico, fue un detonante definitivo para la nueva novela europea y americana. Tal vez haya que aplicar aquí la idea de Octavio Paz de que «Después del Romanticismo, todo lo que ha venido después han sido variantes de lo mismo». Es decir, para Paz tan románticas son las narraciones vampíricas del Brad Stocker, como las vanguardias del primer tercio del siglo XX o la gran novela americana de los últimos cincuenta años. Pero todo esto se veía más claro en la era victoriana, cuando la confusión de estilos y temas hacían a veces difícil establecer los límites. En realidad, gran parte de los grandes novelistas del siglo XIX fueron realistas o naturalistas sin dejar de ser románticos a su manera.
zximgOliver Twist4[1].jpgCharles Dickens tuvo una infancia atroz y casi milagrosamente aprendió a leer y a escribir. Trabajó de niño y por eso, desde su Oliver Twist en adelante, es un abanderado contra el trabajo infantil. Luego, en su adolescencia y primera juventud, también trabajó en oficios que lo trataban como un esclavo, y esto se refleja en su obra tal vez más autobiográfica, David Copperfield. Tanta era su aversión al abuso de unos hombres sobre otros, que fue también un predicador entusiasta contra el esclavismo, lo que le granjeó no pocos problemas en los Estados Unidos, donde todavía existía la esclavitud en los Estados del Sur y donde Dickens tenía un buen puñado de lectores y de asistentes a sus incendiarias conferencias durante los viajes que realizó al otro lado del Atlántico.
zzdavidcoperfiel.JPGEn lengua inglesa, nombrar a Dickens es hablar casi de una divinidad, pues solo Shakespeare lo supera en respeto e influencia. A pesar de todo, ha tenido sus detractores, siempre muchos años después, cuando todo es más fácil, pues se ha dicho de él que era muy dado a la sensiblería literaria, y seguramente lo era, y eso lo vemos en casi todas sus obras, pero muy especialmente en la muy conocida obra que en español llamamos Cuento de Navidad. Pero en cualquier caso, su estilo abigarrado y muy dado a la metaforización poética (restos del romanticismo que no moría ni a palos) se ha convertido en clásico, y si en la literatura fue un vigoroso y prolífico narrador, esa energía también la usó en su vida personal, desafiando cualquier convencionalismo, pues en plena era victoriana fue capaz de divorciarse, aunque nunca dejó de cuidar y proteger a su esposa y a sus hijos, pues en eso aprendió la lección de su propia infancia.
En vida, llegó a ser denostado por la encorsetada sociedad británica, y en la época de su divorcio incluso le prohibieron la entrada en los distinguidos clubs de Londres, pero finalmente el peso de su fama y la fuerza de su arte hicieron justicia. Y, desde luego, nadie ha retratado Londres como él lo hizo. De ahí aprendió seguramente Galdós la lección (admiraba muchísimo a Dickens) para trasladarnos un Madrid imborrable.
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(Este trabajo se publicó el pasado miércoles en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7. En los próximos días publicaré un post en el que se recogen algunos aspectos de Dickens no tratados en este artículo)