La puerta occidental del Mediterráneo
El Sahara Occidental es un territorio rico en fosfatos (Bu-craa), gas natural y petróleo, cuya cuantía se desconoce, pero que en cualquier caso no es desdeñable. Si a ello añadimos el control de la costa que sostiene a uno de los bancos pesqueros más ricos de la zona, es indudable que las apetencias de control sobre el Sahara Occidental son eminentemente económicas, aunque se argumenten motivos de índole histórica, etnográfica o incluso política. El Mediterráneo es un diapasón que expande su tesitura hacia todas partes. Es tan peligroso un conflicto latente en su extremo occidental como lo es en su parte oriental, sea Palestina, Egipto, Chipre o Turquía, como lo fue y aún lo sigue siendo el conflictivo mundo balcánico. Lo que no se comprende es cómo las grandes potencias y las organizaciones supranacionales se alarman hasta el punto de intervenir cuando algo va mal en Los Balcanes o en Oriente Medio y permanecen de brazos caídos cuando las tensiones se originan en la puerta oeste del Mediterráneo. África vive momentos muy duros, y a ello no son ajenos los países europeos que en otro tiempo fueron metrópoli de estos territorios. El noroeste de del continente es una bomba de relojería, pero a los dirigentes que pueden amortiguar ese peligro no parece importarles. Aunque parezca que el peligro está dormido, puede reactivarse en cualquier momento, y tal vez entonces sea tarde. Y mientras tanto, los saharauis sigues sufriendo la indiferencia de las grandes potencias. Esto, tarde o temprano, pasará factura.
Fue mucho antes de sus grandes éxitos de venta Sotiene Pereira o Nocturno indiano. Es un escritor italiano que, desde su amor por la lengua portuguesa, descubre a un escritor portugués nada conocido fuera de Portugal y poco apreciado en su propio país. Puede decirse que Tabucchi es el gran descubridor de Fernando Pessoa para el mundo, lo mismo que los existencialistas franceses pusieron en su lugar a Kafka. Antes de que Tabucchi lo tomara bajo su padrinazgo, Pessoa era solo una curiosidad portuguesa. Pero es que, además, Tabucchi es muy grande, como narrador y ensayista tiene una de las obras más sólidas de la Europa contemporánea. Estoy convencido de que su tamaño literario irá creciendo, y con los años, la gente acabará por no saber si era un portugués que escribía en italiano o un italiano que amó a Portugal a través de su lengua. Tal vez por eso nació en Pisa y murió en Lisboa, sus ancestros están en el luminoso Mediterráneo y su eternidad en la atlántica Lisboa. Antonio Tabucchi, un gigantesco intelectual comprometido con Europa -que era también su gran decepción- era leve, como sus relatos, poco dado al ruido, pero su palabra sonaba y sonará muy lejos en el tiempo y en el espacio. Era un italiano que habría pasado por suizo debido a su discreción, un hombre de pocas y certeras palabras, de la estirpe de Italo Calvino y de aquel Fernando Pessoa de hace un siglo que él ayudó a revivir.