El valor de la espada
La huelga es un instrumento que tienen los trabajadores para tratar de hacer valer sus derechos, pero como todos los recursos hay que gastarlos sabiamente. Dice el clásico que pesa más la espada en la vaina que en la mano, porque cuando está enfundada es un valor desconocido y por lo tanto misterioso, que puede disuadir al otro por temor a que el acero brille al sol.
Cuando se ha desenfundado y entra en acción ya sabemos el verdadero peso que tiene, y entonces puede que no sea tan eficaz como se temía. Por eso la espada de la huelga, que es un instrumento legítimo, puede ser también un factor que actúe en contra de quienes la blanden si no se hace con mesura y destreza. La huelga general es sin duda la Tizona suprema de los trabajadores, y por lo tanto no puede ser utilizada de cualquier manera, pues sus filos son muy delicados y se corre el riesgo de que un uso excesivo o inadecuado haga mella en el acero. Es una Excalibur que puede romperse al intentar sacarla de la piedra si se hace mal. La satanización que algunos líderes conservadores hacen de la huelga nos retrotrae a tiempos en los que ni siquiera habíamos nacido, es como leer titulares de la prensa de principios del siglo XX, y ese afán por desacreditar a los sindicatos no debe ser echado en saco roto, porque ya decía Goebels que una mentira mil veces repetida empieza a sonar como verdad. Es lo que llamamos propaganda. Esa y otras muchas son las razones por las que los líderes sindicales deben medir muy bien su fuerza y administrarla con la mayor eficacia posible.