Que te vaya bonito, Chabela
Acaba de irse Chabela Vargas, una cantante que vivió durante décadas al filo de la navaja. Sus 93 años le han permitido atravesar toda la memoria de casi un siglo mexicano, desde el mito de la revolución, la leyenda de Frida y Diego, la sombra de Trostki y todo el fulgor de aquel México que llenó muchas horas de música en todo el mundo hispano. Es el aire de Alfonso Reyes, Dolores del Río, Orozco, María Félix, José Alfredo Jiménez, el Indio Fernández, Octavio Paz, Pedro Armendáriz… Qué sé yo. México tiene una especie de pacto con La Muerte, a las que celebran el Día de Difuntos, y ella se cobra vidas jóvenes: Jorge Negrete, Pedro infante, Javier Solís, la propia Frida. Era conocida, pero se convirtió en mito cuando fue resucitada en España por Sabina y Almodóvar, y restaurada por Salma Hayek. La Muerte (en México va con mayúsculas) no quiso tener nada con ella, seguramente porque no había nacido en México, aunque Chabela la provocaba, pero se volvió México mismo, un país que ya empieza a no existir y que es cada día más memoria que realidad. Chabela es acaso el último estertor romántico de aquella revolución que se pierde entre el polvo mostrenco de los narcos, y se va otro 5 de agosto 50 años después de Marilyn. Después de la partida de Carlos Monsiváis y Carlos Fuentes, Chabela echa la llave de la historia y se agranda el gran mito mexicano.