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La deuda soberana o el caballo de Atila

Pido paciencia, pero tengo que extenderme para explicarme. Sé que soy de letras, pero las cuatro reglas básicas de la aritmética las controlo y no me salen las cuentas. Vamos a ver; en 2007, hace cinco años, el entonces presidente Zapatero dijo textualmente: «En esta Champions League de las economías mundiales, España es la que más partidos gana, la que más goles marca y la menos goleada». Para remachar ese supuesto campeonato, el ministro de Economía de entonces dijo que el superávit de las Administraciones públicas alcanzó los 23.368 millones, lo que representa un 2,23% del PIB, y que eran los mejores datos de la democracia. O sea, éramos ricos colectivamente.
zzxxhunos%s[1].jpgMiramos en el BOE los Presupuestos y es un galimatías, pero se puede atisbar que el Estado gasta cada año entre 120 mil y 140 mil millones, dependiendo de ajustes y recortes. Si los ingresos son menores a causa de la crisis, pongamos que cada año hay un déficit de entre 10 y 20 mil millones, que sumado en los últimos cinco años nos da un total de unos 100 mil millones como máximo. Y ahora resulta que dicen que la deuda soberana total española es de más de 900 mil millones, de los cuales unos 700 mil corresponden al Estado Central y el resto a las autonomías y los ayuntamientos.
Perdonen el esfuerzo de concentración, pero si todavía me siguen verán por qué las cuentas no me cuadran, ya que si en el peor de los casos se han acumulado 100 millones de deuda en cinco años (recuérdese que en 2007 jugábamos en Wembley con superávit), me pregunto por qué el Estado debe 700. Y nos vuelven locos con porcentajes que quieren que no entendamos, con primas de riesgo y otras lindezas y claramente nos mienten, porque es inexplicable. Puede ser que esos 600 millones de diferencia sean deuda privada que el Estado ha convertido en suya, y entonces nos están diciendo a la cara que estamos ante un atropello, porque los ciudadanos tienen que pagar deudas que nunca contrajo. Y hay otra pregunta: ¿en qué se gastaron quienes quiera que fuesen los que pidieron ese dinero que ahora figura como deuda de España? Desde luego no fue en crear puestos de trabajo, porque lo que cabe preguntarse también es dónde está ahora mismo y quien controla esa ingente pila de dinero, porque 600 mil millones de euros no se evaporan, son como la energía, que se transforma. ¿En qué los han trasformado?
Así que ni la sanidad, ni la educación, ni los servicios sociales han aruinado España, porque si en cinco años hemos pasado de tener superávit a deber aproximadamente cinco años de presupuesto, es como si Hacienda no hubiera ingresado un solo euro en ese tiempo. Que venga alguien y me lo explique, porque el asunto es cien veces más gordo que cualquier corrupción millonaria que conozcamos, que comparadas con estas cifras mareante son calderilla. Un agujero de esas dimensiones no se crea pagando ambulancia para enfermos crónicos o pagando profesores, policías y bomberos. Ni siquiera con cientos de corrupciones valencianas. ¿Y eso lo arreglan recortando diez mil millones en Sanidad y Educación o expoliando una misérrima paga de Navidad a los trabajadores públicos? Es de chiste. Aquí se ha montado una mentira gigantesca y alguien debe tirar de la manta, porque se trata nada más y nada menos que de malvender las naciones del sur de Europa al gran capital del Norte, y todos los que en España, Italia, Portugal o Grecia les hacen los coros y otorgan (callan la verdad) son cómplices del mayor robo de la historia. Más que robo, es saqueo y pillaje. Atila al menos daba la oportunidad de defenderse. O puede ser que verdaderamente yo no tenga ni idea de aritmética.

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Personajes eternos, autores mortales

Es curioso cómo el arte y la imaginación consiguen transformar la realidad incluso en maravillosas historias fantásticas, luchando incluso contra la propia voluntad de crearlas. Un claro ejemplo es el del trío de escritores escoceses formado por Robert Louis Stevenson, Arthur Connan Doyle y James Barrie. Fueron amigos de juventud, compañeros de estudios y luego cada uno siguió su camino. zzFoto0524.JPGEl que más pronto desapareció fue Stevenson, que se debatió contra sus propios demonios en la esquizofrenia de Jekyll y Hyde y fue a morirse prematuramente a una ignota isla del Pacífico. Pero también nos dejó un libro de sueños con La isla del tesoro. Connan Doyle se pasó la vida renegando de su Sherlock Holmes, que al final pudo con él. El más paradigmático y a la vez doloroso caso es el del origen y desarrollo paralelo de un personaje tan conocido como Peter Pan. La historia nace de la amistad del escritor con cinco niños, hijos de una viuda, que quedan bajo la tutela de Barrie. Los chicos, ya adultos, fueron muriendo de las formas más terribles, (la guerra, suicidios, accidentes) y estas muertes llenaron de dolor la vida del escritor, y curiosamente fueron los que le inspiraron (sobre todos Peter) las historias del País de Nunca Jamás. De tanto dolor surge la fantasía. Increíble. A veces, los personajes ocultan a su autor. Mucha gente ignora quiénes fueron Stevenson, Connan Doyle o Barrie, pero todo el mundo conoce a Peter Pan, Watson, Long John Silver, Jekyll, Wendy, Hyde o Sherlok Holmes. Suele ocurrir, Cervantes reposa bajo una losa donde se lee «Don Quijote».
(Peter Llewelyn Davies (1897-1960) fue la persona real que Barrie identificó como trasunto del personaje de Peter Pan. Lo triste y contradictorio de la historia es que este hombre, que de niño inspiró un maravilloso mundo de fantasía al escritor, se suicidó a los 63 años tirándose a las vía del tren).

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Libros canarios

Al empezar a escribir, caigo en la cuenta de que hoy es 12/12/12, que no deja de ser una combinación numérica arbitraria aunque curiosa. Pero hoy quería incidir en el gran momento de nuestra narrativa, y eso, que es muy bueno, a veces nos coge a contrapié. Eso me está pasando ahora con las nuevas novelas de nuestros narradores y narradoras, que salen todas a la vez y como te descuides te pasan por encima sin tiempo de hacer una reflexión seria sobre cada una de ellas. Tengo sobre mi escritorio las más recientes publicaciones de María Jesús Alvarado (Sorimba), Alexis Ravelo (Morir despacio), Santiago Gil (Yo debería estar muerto) o Elio Quiroga (El despertar), que son géneros distintos pero todas con la garantía de la solvencia demostrada por sus autores. Por eso, para dar noticia de su existencia, escribo esta especie de acuse de recibo.
xx1234r.JPGAunque sé que trataré de hacerlo, no prometo entrar en todas detenidamente, porque entiendo que hacer crítica literaria seria no es despachar a vuelapluma la repetición de lo que dicen las solapillas. Tengo la mala costumbre de leer detenidamente las novelas antes de hablar de ellas, y todas las novelas importantes -estas lo son- tienen siempre una retranca y un doble fondo que suele ser lo más interesante. Eso sí, de momento las recomiendo vivamente.