¿Qué hacer en el último día?
Pongo por delante que no creo que el mundo se acabe el viernes y que en realidad todo ha sido un gran negocio mediático, editorial y de toda índole, tergiversando lo que dicen tres estelas mayas (hay cientos que no han sido descifradas). Con esto de que el día 21 acaba un ciclo en la medida del tiempo según aquella misteriosa civilización de Yucatán, muchos lo hacen converger con otras profecías apocalípticas, y hay personas en todo el planeta que están convencidas de que sucederá algo que acabará con todo. No es para reírse, porque toda esa gente tiene que estar pasándolo muy mal, y los que confían a marchamartillo en el mundo físico y científico pueden tomarlo a cachondeo, pero las creencias son muy respetables. A veces llamamos ignorantes a otros y no nos damos cuenta de cuanto ignoramos nosotros. Muchos de estos defensores a ultranza de la ciencia como única explicación se aferran a ella a veces con una intransigencia que se parece mucho a cualquier fanatismo religioso. Por otra parte, he visto que alguno de ellos, mientras se cree superior porque ha visto la luz y los demás no, es un seguidor enfermizo de cualquier equipo de fútbol, y cuando este marca un gol se pone como loco. Le digo que eso está muy bien, pero que está formando parte del espíritu ancestral de tribu que tanto critica. Yo también me alegro, pero a mí lo de la tribu no me importa. Lo que quiero decir es que por creer, hay gente que cree hasta en Rajoy, y otros que, crucificado Zapatero, esperan la venida del nuevo mesías del PSOE. Y como el viernes empieza a las doce de la noche de mañana, nos queda un día y poco más para ese 21 de diciembre que figura en el calendario maya. Cabría preguntarse, si uno creyera que todo va a acabar el viernes, qué haría durante todo el jueves, un día entero, el último antes del apocalipsis. Y si no cree que sea el fin, también vale la pregunta, que sin duda es un valioso ejercicio de autoconocimiento.