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¿Política-espectáculo? No, gracias

zvDSCN4158.JPGLa política ocupa casi con prioridad absoluta las portadas de los periódicos y las cabeceras de los noticiarios de radio y televisión. El espacio y el tiempo que llena en todos los medios es, a mi parecer, exagerado. Sólo los grandes triunfos o los grandes desastres deportivos, o un hecho trágico de enorme impacto son capaces de robar el gran titular del día a la política. En realidad, que la frase de un líder sea más o menos brillante, que la réplica del otro sea florentina, afrancesada o porteña con faca en ristre carece de influencia en la vida del ciudadano. Es una secuencia más del espectáculo que nace y muere en los mismos políticos, mientras los ciudadanos asisten indiferentes a esa gran masturbación verbal que va hacia ninguna parte. De política, de la verdadera política que interesa a los ciudadanos, no se habla en los medios. Prima el espectáculo, y cuando las estrellas del show reposan en sus camerinos, aparece el fútbol, que una sobrecarga de gemelos de un centrocampista siempre cubre mucho papel. Y, qué quieren, aunque por lo visto dicen que las ideologías han muerto (más bien quieren matarlas), lo colectivo no interesa y el crecimiento como sociedad se deja en mero espectáculo, a mí sigue interesándome la política, la de verdad, esa que hoy es un pálido reflejo en la memoria de quienes seguimos creyendo tal vez de forma ingenua que el hombre es un ser inteligente.

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La Candelaria y la lluvia

zgui22222222.JPGNuestros antepasados, que se guiaban por las cabañuelas de agosto, la posición de Venus al atardecer de los veranos sobre determinadas montañas y finalmente por el almanaque Zaragozano, solían decir que el 2 de febrero era un día en el que podía saberse si llovería más en lo que quedaba de invierno. Unos se afianzaban a los ancestros del idioma y decían aquello de «Si para la Candelaria plora, el invierno viene ahora…» y otros lo actualizaban con «Si por la Candelaria llueve, el invierno atrás nos viene…» El caso es que ambas opciones sentenciaban luego que «Si para la Candelaria no ploró (llovió) el invierno se acabó». zgui11111111.JPGDesconozco qué grado de acierto hay en esto, porque muy científico no parece, pero también es verdad que el ser humano ha ido acumulando sabidurías que en algunos casos acaba perdiéndose. Por esa cada 2 de febrero recuerdo este asunto, y la verdad es que no tengo la cuenta de si se ha cumplido o no en los años que he vivido. Hoy hace un día luminoso en algunas zonas, pero es posible que caigan tres gotas en cualquier parte de Las Islas, y entonces se cumpliría el anuncio, porque tampoco sabemos qué cantidad de gotas se considera lluvia. En todo caso, el 2 de febrero siempre es un anuncio de que la primavera está a punto de llegar, y también una ocasión para recordar las llegadas del Guiniguada, con hechuras de río caudaloso, a La capital de Gran Canaria, como la que se ve en las fotos que hice en el lluvioso febrero de 1980.

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Espaldas fuertes y manos limpias

Cuando hay una gran corrupción en un partido, su cúpula dirigente debe hacer una limpieza general caiga quien caiga; pero para eso hay que tener las espaldas muy fuertes y las manos muy limpias.
Si, además, ese partido es el que sotiene al Gobierno, su Presidente debe intervenir de inmediato, aunque pierda apoyos o los busque en la oposición. Claro que, para actuar así hay que tener las espaldas…
zzztFoto0561.JPGSi el Gobierno es incapaz de resolverlo, debe ser el Parlamento el que tome cartas en el asunto, para aunar voluntades e incluso provocar un Gobierno de concentración con lo que quede sano. Claro que, para actuar así, los partidos de la oposición también han de tener las espaldas muy…
Si el Parlamento es incapaz de realizar su cometido, puesto que es el depositario de la soberanía popular, debe intervenir la Jefatura del Estado. Ya sé que la Constitución solo le confiere funciones de representación y arbitraje, pero en tan ambigua palabrería cabe casi todo. Es decir, que nos represente ya, y si en situaciones como la actual no se necesita un árbitro, ya me dirán.
Claro que para hacer eso hay que tener las espaldas muy fuertes y las manos…
Lo que necesitamos es democracia, nada más y nada menos, y que no nos reestrenen una y otra vez El Padrino. Ya la hemos visto (las tres partes).