Fitur y tres piedras
Las ferias turísticas son la oportunidad para que viajen de gorra políticos y sus aledaños y se corran una juerga en Madrid, Londres o Berlín, cuando de lo que se trata es de vender imagen, no de hacerse fotos de dirigentes que nadie conoce una vez pasada la punta de la Isleta. Se busca siempre dinero en Turismo (porque es donde está), sea para patrocinar un partido de fútbol, una obra de teatro, un disco o un concierto Womad. A nadie se le ha ocurrido que se cree una sociedad para promocionar Canarias, como tienen en Cataluña o Valencia, y ahí mostramos cultura, historia, gastronomía, ciencia y lo que haga falta. De manera, que todos y ninguno tienen razón, porque no hay quien reparta juego y ordene el partido. Esto no costaría más dinero, se trata de gastarlo bien. ¿Es tan difícil de entender? Siempre estamos con la cantinela de que Canarias tiene otras cosas, además de sol, playa y clima. Y fuera no se enteran, porque lo decimos donde no debemos, en las ferias turísticas. Una sociedad de promoción de Canarias vende imagen, cultura, plátanos y folclore. ¿Qué interés tiene un sueco helado de frío por lo huesos cromañones del Museo Canario? Quiere sol para calentarse sus propios huesos, y las momias le importan un carajo. Es como ir a vender neveras al Polo Norte; tantos años con este asunto y nadie parece haber aprendido, o no les interesa aprender mientra la cabra dé leche.
Pues no es cierto, porque si bien la monarquía británica se distingue por la cantidad de reyes y reinas que fallecieron por muerte violenta de toda índole (Ana Bolena, María Estuardo, Enrique III, Carlos I Estuardo), la española tiene el récord de abdicaciones en toda Europa y acaso en todo el mundo. Veamos: Carlos I de España y V de Alemania efectivamente abdicó sobre su hijo Felipe II en el año 1556; Felipe V, el primer Borbón de España, abdicó en 1724 y cedió la corona a su hijo Luis I, que murió a los siete meses y entonces Felipe V tuvo que reasumir el trono hasta su muerte; Carlos IV abdicó durante la invasión francesa de 1808; Isabel II fue destronada en 1868 y dos años después abdicó sus derechos sucesorios en su hijo Alfonso XII; y queda Amadeo de Saboya, rey traído de Italia, que renunció al trono en 1873.