Sobre el pensamiento y la escritura
Podemos preguntarnos por la eficacia mental de la escritura, puesto que aparentemente es un monólogo unidireccional. El pensamiento se construye con lenguaje y el lenguaje crea pensamiento. Se ha dicho siempre que solamente se aprende cuando se escucha y que quien habla mucho poco aprende porque se supone que lo que dice ya lo sabe. No es cierto; las conversación es un mecanismo en el que dos interlocutores (o más) reciben estímulos de lo que dicen los otros y hace que al construir con lenguaje la respuesta se generen conclusiones que de otra forma no llegarían. Incluso se ha llegado a criticar la verosimilitud filosófica de una obra de arte tan conocida como El pensador de Rodin, porque un hombre sentado y reflexionando no suele llegar a nuevos pensamientos por sí solo sin la confrontación con el pensamiento de los otros. Esto tampoco es cierto, porque el ser humano puede establecer un diálogo consigo mismo, que es a lo que llamamos reflexionar. Y en este proceso, la memoria juega un papel fundamental, porque trae al presente momentos, palabras y pensamientos del pasado, y se establece una conversación interna. Para ello, la escritura es posiblemente el instrumento que mejor conecta pensamiento y lenguaje. Al escribir, se dialoga con el otro yo que fuimos, nos desdoblamos y armamos una conversación que nos conduce al conocimiento de ideas y conceptos generados por nosotros mismos, que de otra forma nunca se habrían producido. Por eso es tan importante la escritura, que posee una doble función, la mencionada del propio conocimiento y la de transmitir a los otros, porque la escritura creativa es un mensaje en una botella lanzada al mar del tiempo.