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Arucas y la luz de Alexis Ravelo

No seré yo quien maree más la perdiz de la actualidad. Demasiadas opiniones y ninguna certeza, de modo que, con la mente aturdida por la barahúnda de aquí y los horrores de allá y acullá, no parecía que fuese saludable participar en un Observatorio Negro Criminal; pero enfilé la autopista del Norte de Gran Canaria porque es de buena educación cumplir con las invitaciones; eso sí, un poco sorprendido porque no suelo estar etiquetado como autor noir, pero como la definición se ha ido abriendo y se sale bastante del corsé de las diez reglas de Chandler, nunca estamos seguros de si entramos de lleno en el género, lo rozamos o se nos mete de polizón sin que nos demos cuenta. De manera que a Arucas me fui respirando con profundidad, porque en la escaleta resaltaba la imponente presencia de investigadores o divulgadores, del tamaño de Javier Hernández Grandoso, José Luis Ibáñez, Charo González Herrera, Eduardo García Rojas o el editor de Alrevés Gregori Dolz (que lanzó a Alexis Ravelo al reconocimiento que merecía).

 

Encima, llenaban de expectación la ciudad de Arucas, autores y autoras de novela negra de Primera División: Rosa Ribas,  Susana Rodríguez Lezaun o el Premio Hammet Carlos Zanón, con quien tenía que mantener una entrevista en público. Me tranquilizaba que allí estuviera la flotilla canaria: Talía Rodríguez, Mayte Martín y Carmen Nieto, organizadora del evento, y nuestro José Luis Correa. Era un cartelazo de lujo, y la ciudad de Arucas volcada en todos los actos, una maravilla, pero cuando algo así de grande se pone a funcionar pueden fallar mil cosas, y es una responsabilidad enorme, pero a la pregunta ¿qué puede salir mal? la respuesta resultó clamorosa: NADA. Fue un engranaje perfecto, que tuvo siempre la mano competente de la mencionada escritora Carmen Nieto.

 

Mi experiencia con las figuras que suelen venir de La Península a promocionar sus obras es desigual. Hay gente encantadora, sencilla en su grandeza, y he comprobado que, cuanto más grande, más sencilla. Pero no es lo que abunda, suelen venir como de otro planeta, venden sus libros y en más de una ocasión juegan contra sí mismos, porque la prepotencia se huele y la gente no es tonta. Voy a tener que establecer casi como conclusión que la gente de la novela negra vive con lo pies en el suelo, cada cual tiene el talento concedido por el destino, pero saben que la literatura es materia muy compleja y delicada, y el éxito es muy resbaladizo. La sencillez y el trato fueron exquisitos, con todo el mundo, que no es cosa menor la impresión que los lectores sacan cuando tienen la ocasión de hablar con alguien que ha escrito un libro que le ha gustado. Así se hacen lectores y se expande la cultura, los elitismos impostados solo conducen a alejar a la literatura de la gente. De hecho, siempre hemos visto que hay un sector de la población que podríamos decir que tiene miedo a entrar en una librería, porque lo enviados de los dioses, con su soberbia, parecen decir que no son bienvenidos, que los libros son territorio comanche.

 

Qué triste es ver en las ferias del libro colas interminables para obtener la firma de una superestrella que ha escrito un libro simplemente porque es una persona conocida en los realitys o ha tenido un romance con alguien que es famoso no se sabe por qué. Libro es una cosa y literatura es otra, y si lo que se escribe no sale de la propia esencia de quien se atreve, poco podemos hacer. La literatura es sensibilidad, conocimiento, querer darse, y eso se tiene o no se tiene. La gramática, las técnicas literarias y la capacidad de conectarse se adquiere con trabajo, pero hay que tener algo que aportar.

 

Carmen Nieto acertó. Grandes plumas, perfectos comunicadores y buena gente. Escritores de verdad. Alguien me dijo que parecía que en las jornadas sobrevolaba la sombra de Alexis Ravelo. Imposible. Sí que estaba Alexis, pero dando luz y afecto, como en él era habitual. Por muy escritor de novela negra que fuese (que lo fue y de los grandes) no imagino a Alexis manejando sombras, porque le era imposible proyectarlas, era todo luz. Por eso, cada otoño, el Observatorio Negro Criminal de Arucas seguirá reuniendo a quienes luchan cada día contras las sombras. Ojalá en años venideros repita alguno de los nombres del elenco; menos mal que no soy yo quien elige, porque, si así fuera, volverían todos. Un gran éxito literario, cultural y social. Y creciendo, porque, a partir de ahora, el ayuntamiento de Arucas y Editorial Alrevés convocan el Premio de novela negra “Alexis Ravelo”. No merecen menos los lectores, la hermosísima ciudad de Arucas y nuestro ya inmortal amigo Alexis.

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(Foto Leo Saavedra).

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Podemos escoger qué mentira creer

De pronto, a los académicos de la lengua les ha salido trabajo extra, porque digo yo que deberían pronunciarse sobre el significado de algunas palabras, la ausencia de ellas o la perversión de las ideas, no sabemos si por su naturaleza o por el interés de quienes tratan de pervertirlas. El objeto de estudio lingüístico es nada menos que la Constitución de 1978, que por lo visto está escrita por un clásico médico de familia, porque no hay manera de saber qué es lo que dice exactamente, o bien está escrita para que no se entienda. Sobre lo que se puede o no se puede hacer dentro de la Constitución, por lo visto la última palabra no la tienen los políticos, ni el Tribunal Supremo, ni siquiera el Constitucional, y las instancias internacionales poco pueden decir porque está escrita en español. Es decir, cuando hablamos de semántica o de ausencia de palabras en el texto de 1978, habrá que llegar a la instancia suprema: La Real Academia de La Lengua.

 

 

Se habla mucho estos días de la palabra AMNISTÍA. Como no soy jurista, leo lo que opinan los juristas. Unos dicen que cabe en la Constitución y otros que no. Bueno, pues echemos un vistazo al texto constitucional. Resulta que, de los casi 18.000 términos que componen su articulado, no aparece por ninguna parte la dichosa palabra, lo cual puede llevarnos a considerar que, si no está, legislar sobre ella es algo que no interfiere en el texto constitucional y por lo tanto puede hacerse, como una ley de Bienestar Animal o sobre los puntos del carnet de conducir. Por el contrario, esa ausencia del concepto en la Constitución, también puede llevarnos a pensar que no puede hacerse, puesto que no hay directrices para ello.

 

Extraña que pueda ser constitucional una amnistía fiscal como la de Montoro en 2012, aunque el Tribunal Constitucional la anuló cinco años después porque no se siguió el procedimiento adecuado, puesto que se realizó a través de un Decreto-Ley, pero no dice si, de haberlo hecho por el cauce parlamentario adecuado, sería susceptible de anulación. En cualquier caso, para efectos prácticos, ya habían pasado cinco años (qué justito) y ya se sabe lo de las prescripciones. Es decir, seguimos sin saber si la inexistencia de la palabra y el concepto en la Constitución permite o impide que se apruebe una Ley de Amnistía. Ah, sí; en el Preámbulo de la Constitución dice que uno de los objetos del texto es “consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular”. Pues vale, pero no me queda claro si eso admite o prohíbe hacer una Ley de Amnistía, porque ahora hay exégetas por todas partes, y resulta que la amnistía es como si no se hubiera cometido un delito, o bien es una opción política en momentos confusos, complicados o desesperados, para qué nos vamos a engañar.

 

No creo que nadie se sorprenda de que me aterra que llegue al poder un gobierno de derechas reforzado por una ultraderecha montaraz que se salta un siglo de conquistas sociales. Tampoco es que me haga feliz el galimatías en el estamos metidos, donde un tipo al que siguen llamando President, cuando ya no lo es, se pasea por Bruselas como si fuese Garibaldi, cuando es la incoherencia personificada, porque después de suspender la declaración de independencia de Cataluña ocho segundos después de haberla proclamado y salir huyendo en el maletero de un coche, no entiendo esa deificación. Si yo fuera de los suyos, pensaría que me ha traicionado, pero esa no es mi película, y los de ERC lo aguantan porque necesitan sus votos para pensar en algo juntos, pero no revueltos, como ahora le pasa a Pedro Sánchez.

 

Creo que taquígrafos sigue habiendo, pero luz muy poca, porque en esta mesa también hay otros jugadores que quieren que sus parejas o sus tríos tengan el peso de una escalera de color. Todos juegan de farol, y la derecha también. Ahora usan la calle como los que ellos llamaron perroflautas de la Puerta del Sol, y cada cual se apunta a esto o lo otro. Pero nadie tiene la última palabra, salvo que se reúna el Pleno de la RAE y decida hacer un análisis semántico de la Constitución, en la que “nacionalidad” es distinto a “nación” y hay palabras que no están pero que todo el mundo apoya o rechaza en una Constitución en la que no está escrita, como los puntos suspensivos que dejan a la imaginación del lector el final de la historia. Todo un desafío literario. Ahora, como siempre, estaremos en manos de la propaganda, ya sería de ilusos pensar que alguien nos va a decir la verdad. Por eso hay que ir con cuidado para escoger qué mentira creer. Tampoco es una novedad, es así desde mucho antes de que Julio César convenciera a Roma de que era imprescindible.

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Semana de zombis

 

Tres años y medio después, tengo covid. No sé si es que he bajado la guardia o si ya tocaba como la lotería, lo cierto es que esta última semana he sido un zombi. En estos años de pandemia, desescalada, postpandemia y todo lo demás, estaba esa espada de Damocles, que llegó un momento en que la quitaron, suspendieron la obligatoriedad de las mascarillas, y de vez cuando escuchabas que estaba habiendo un repunte, pero que era flojo. Al principio se contaban todos los contagios, y se seguía la ruta del bicho. Ahora ni sabemos cómo va, salvo por notas de prensa en las que se dice que las farmacias están vendiendo más test.

 

 

En ese tiempo al que me refiero, la salud no ha sido mi fuerte, he pasado por diagnóticos y tratamientos complejos y molestos (no nos vengamos arriba cuando hay tanto sufrimiento irracional en nuestro mundo), pero todo se supera, y en cada momento tenía claro si me dolía, tenía náuseas, ardor como si me hubieran hecho a la parrilla o me entraba una migraña insoportable. Quiero decir que identificaba todo lo que sentía, y continuaba siendo un misterio ese covid, que por fortuna pude evitar, porque pillarlo no habría ayudado. Y la gente que había pasado por ese virus que paralizó el planeta me lo describía siempre de una manera distinta, aunque no podían explicar qué había de diferente a cualquier otra dolencia.

 

Ahora, tras una larga semana de contacto con el virus (que todavía muestra su rayita en el test), he entendido eso que no podían describir los contagiados. Independientemente de la agresividad diferente de las sucesivas cepas, me hablaban de vivir como flotando. Y esa es la sensación, como si pisaras un suelo de goma, o una cama elástica. Se va la fiebre pero sigues con la cabeza zumbada, con una sensación indefinida que no es sueño, pero tampoco vigilia. Algo distinto que nunca había sentido. Y yo he sido afortunado, porque nos hemos contagiado a la vez las dos personas que habitamos mi casa, no sabemos dónde ni cómo, ni parece que eso le interese a nadie. Y encima nos pilló con una compra grande recién hecha, así que no hemos necesitado ayuda y, al estar contagiados los dos, no había que tomar precauciones. Hay una receta mágica que te cuentan por teléfono: no salgas, descansa, toma paracetamol hasta que no haya fiebre y si tienen dificultades serias para respirar vete a urgencia. Vale, y si te rompes una pierna también.

 

Así que, cuando somos dos zombis es menos aburrido que cuando se está solo. Tengo también la sensación de que al planeta entero le importa un carajo todo esto, pues no consta en ninguna parte que estas dos personas han sufrido el covid. Lo digo porque, al tipo que lleva la cuenta de los contagios, cuando tenga que pasar la factura a la OMS, le faltarán dos contagiados por aquí, y algunos más por allá, y entonces los datos estarán falseados. Y ya es creerse importante que contabilicen un contagio cuando en medio mundo la gente muere de las formas más crueles y tampoco parece que eso le quite el sueño a quienes podrían evitarlo. Seguimos igual, esto que nos pasa aquí con guante blanco, pasa en el Tercer Mundo a millones de seres humanos, inermes ante plagas como el paludismo, el Sida, el ébola, las guerras, el genocidio o el hambre. Pero eso a nadie le importa, y supongo que, a estas alturas, el contador de contagios de covid debe estar en el paro, porque los únicos contadores que importan son los que amasan dinero manchado de corrupción, sangre y avaricia.

 

Así las cosas, me viene a la mente la escena de Casablanca en la que Rick (Bogart) le dice a Ilsa (Ingrid Bergman), que mientras el mundo se rompe en pedazos poco importa el sufrimiento de una pareja perdida en el noroeste de África, y digo yo que menos todavía otra a la que el reparto del súper le lleva la compra a la puerta, haya o no haya ascensor. Y esa es la dinámica de este tiempo, en la que los sin techo son mera estadística, la soledad de los ancianos viene de serie y el abandono es connatural en una sociedad enferma, y esta enfermedad -el egoísmo- sí que es grave. Lo peor de todo es que tanta desidia parece que se soluciona preparando durante meses un carnaval. Pues nada, nos seguimos viendo en cuanto desaparezca la rayita del test del covid.