Recordar es apostar por la vida

La memoria es siempre un homenaje, y el 11 de marzo está para siempre en la vida de quienes vivimos. De cerca o a distancia, el horror de hace cinco años, dictado por la irracionalidad, el fanatismo y la manipulación de las religiones, que ninguna predica la muerte, pero sus administradores han hecho creer a grandes sectores de creyentes que se asesina en nombre de Dios.
Ya ocurrió con los cristianos en la época de Las Cruzadas, en las guerras de religión del siglo XVI y en la terrible Guerra de los Treinta años que en el siglo XVII enfrentó a media Europa contra la otra media y murió más de un tercio de la población. En algunas regiones de Polonia y Alemania no quedó nadie vivo. Y es que los seres humanos tienen una capacidad para el exterminio no igualada por ninguna otra especie sobre La Tierra.
569908[1].jpgPor eso hay que mirar hacia los ejemplos que nos lleven a la concordia, a la tolerancia, al respeto a la vida. La guerra nunca es la solución, y el terrorismo tampoco. Los muertos del 11-M nos obligan a mirar hacia adelante en un clima de tolerancia, pero eso ni siquiera han querido verlo las facciones que en España se devoran en los medios de comunicación (de momento).
Por desgracia, el 11-M marca el punto de salida de un clima enrarecido que muchos parecen empeñado en enturbiar más y más. Ese no es el camino, y a la gente de la calle ya le suena a fanfarria estúpida el discurso que enarbolan tanto Tirios como Troyanos. España no mereció el 11-M y tampoco merece esta generación de personajes que llevan la voz cantante en un país que parecía haber encontrado la manera de convivir en paz. A ver si la memoria del 11-M nos devuelve la cordura, porque no pueden ser inútiles tantas muertes inocentes. Hablar de paz es lo único que nos ennoblece.

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