Ayer hubo de todo, entre alarmante, incalificable y gracioso. Es alarmante que el Consejo General de Poder Judicial tome en consideración hacer un estudio para retirar del servicio a jueces que tengan mermadas sus facultades. Yo creía que era de cajón que alguien que no esté en sus cabales no puede realizar una función de tanta responsabilidad. Pero da la impresión que sí, y por lo que se ve no están bien engrasados los mecanismos que tendrían que retirar inmediatamente a cualquiera que estuviese en esas circunstancias.
No sé cómo calificar la actitud delo diputados, que en un 90% brillaban por su ausencia en el hemiciclo del Congreso precisamente el día en que se debatía la que se supone es la ley más importante de cada año, la de Presupuestos. Está claro que todo se da por debatido, y lo único que importa es votar, para sumar lo que ya está acordado anteriormente. Ya va siendo hora de que cambie el Reglamento del Congreso, y sea más vivo. Ya no merece la pena ver un debate parlamentario, porque sabemos de antemano qué va a decir cada uno… de los que hablan. Habría que cambiarle el nombre, porque Parlamento viene de hablar.
La gracia estuvo en que Zapatero perdiera un zapato (parece un juego de palabras) entre en tumulto de los periodistas. No estoy muy puesto en etiqueta, pero para quien lleva un traje de alpaca, una camisa de seda y una corbata de muchos euros, tal vez unos mocasines se quedan cortos, digo yo. Pues Zapatero llevaba mocasines.
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