Dios nos coja confesados

Confesionario.jpgEs en los momentos difíciles cuando hay que dar la talla, y es evidente que nuestro políticos no la están dando en este punto del camino en el que la crisis financiera es más que una amenaza. Ha bastado una llamada telefónica para que hablen los dirigentes de la Europa más rica y una indicación de Zapatero para que Sarkozy convoque a los 27. El Primer Ministro británico ha hablado con el líder de la oposición sin mayores algaradas y, en fin, parece que lo normal en estos casos es que haya unidad de acción ante graves problemas de Estado, y en este caso más, porque sobrepasa cualquier frontera.
En España no. Aquí sigue funcionando el «sostenella y no enmendalla». Y de eso acuso a todos los políticos, sin excepción, porque da vergüenza ajena que para la inevitable reunión de Zapatero con Rajoy hayan tenido que reunirse (y pre-reunirse) Solbes y Montoro. El PP no arrima el hombro, pone condiciones y provoca imagen de desunión. El PSOE sigue con su velocidad de crucero y no quiere oír hablar de alternativas que no sean las suyas. Así no vamos a ninguna parte, y que no vengan a decirme que son hombres de Estado aquellos que anteponen las miserias de sus luchas partidistas al país al que supuestamente sirven. Los que hablan de patriotismo ahora tienen ocasión de demostrarlo, que ese esunto no es sólo fanfarrias, banderas y desfiles.
Como sucedió en un evento puntual terrible como el 11-M, el gobierno -de cualquier signo- se las arregla solo, no cuenta con nadie, y se echa en falta una declaración institucional de la Cámara de Diputados, una fotografía con los portavoces parlamentarios todos a una para afrontar el problema. Aquí cada cual va a ver cómo saca tajada. Ojalá tenga que desdecirme en los próximos días, pero de momento está claro que a esta generación política -a toda- le queda ancho el traje de estadista. Como mucho son partidistas, aledeanistas, caprichosos, interesados… Unas joyas que parecen obedecer a la consigna «cuanto peor, mejor«. Dios nos coja confesados.

(Así se explica el confesionario de la foto).

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