La fábula de nuestro paisano Tomás de Iriarte es una recreación del viejo clásico de Esopo, y finalmente viene a decirnos lo de siempre: que nos preocupamos por minucias, estupideces o tonterían interesadas mientras lo importante queda aparcado.
En plena crisis económica, mientra crece el paro, suben los hidrocarburos, los intermediarios alimenticios especulan y los salarios se empantanan, los dirigentes políticos se meten en debates que gastan muchas energías y que nada tienen que ver con los verdaderos problemas de la sociedad a la que dicen deberse.
Sea por controlar una gran parcela de poder, como es el PSOE gobernante en toda España, sea por unas migajas, como lo es el PP en Cataluña, los políticos se meten en unos lodazales incomprensibles, se lanzan a la yugular de sus correligionarios y buscan unos sillones que para ellos son la gloria, la culminación de una carrera. El bienestar de los ciudadanos es asunto menor, pero debieran saber que, galgos o podencos, todos lo perros muerden al cerrar la boca.
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