Víctor Ramírez es un narrador canario con una voz reconocible porque su prosa peculiar suena diferente, y eso es muy importante en un escritor. Con las expresiones populares consigue hacer literatura, como un artista del reciclaje, igual que hace Joaquín Sabina con las expresiones callejeras más arrastradas.
No hay muchos escritores a los que se les descubra por un solo renglón de su escritura cogido al azar. A Víctor Ramírez sí, seguramente porque se mueve siempre en el lindero peligroso del costumbrismo sin caer en él. Es como trabajar sin red en la cuerda floja y mantenerse siempre arriba.
Acaba de publicar Siete Sitios queda lejos, y es esa voz suya de siempre la que me transporta a la memoria de aquella aventura que fue la narrativa en los años setenta y a los colores de un cuadro de Jorge Oramas retratando los riscos de la ciudad (Las Palmas es la única ciudad del mundo que tiene riscos). Han dicho de él que se parece a Juan Rulfo, pero en realidad Víctor se parece a México, no sólo porque cante corridos y huapangos, sino porque la muerte casi se festeja en sus páginas. Además, Rulfo nunca cantó Sombra del Nublo, de manera que el paralelismo no existe porque Víctor Ramírez escribe al filo de la navaja con su propia voz.
Víctor Ramírez es uno de nuestros mejores valores. El libro ahora reeditado, por Anroart, a mí personalmente me trae un poco de melancolía. Pues Víctor lleva mucho tiempo sin darnos algo nuevo, todos esperamos sus relatos, su prosa es un acicate. Víctor: anímate, no dejes de escribir.
-aunqueno he leido toda la obra de Victor Ramirez creo que entra de lleno en el costumbrismo y ademas se pasea como Pedro po su casa.Un abrazo.