Desde que comenzó el Estado de Alarma, he procurado estar a dieta de información; mejor dicho, estoy al tanto de lo esencial pero no pierdo un minuto en las politiquerías de los representantes de los ciudadanos, que siguen a lo suyo como si no estuviésemos en una situación muy complicada. Nadie con dos dedos de frente entiende esos posicionamientos que, lejos de crear la necesaria sensación de firmeza y unidad, lo que hacen es crear tensiones y a veces algo más. Y en esto pocos se salvan, porque tampoco se entienden algunos movimientos de los partidos que conforman el gobierno, como ese pacto con sordina de ayer última hora para lograr una abstención que era innecesaria. Alguien tendrá que retratarse ente tales torpezas, porque no solo tenemos una crisis sanitaria que superar sino una economía que reconstruir, y ahí hacen falta todas las manos, todos los sectores, todas las voluntades. Esta gente parece estar en una dimensión que no se corresponde con el sentir mayoritario de la población, y que, como yo, casi nadie entiende.
Desde el punto de vista doméstico, hace una semana que se estropeó el grifo de la ducha. Vino el fontanero pero quedó una gota malaya en una de las roscas. Hoy volvió, con una supuesta gomilla especial y en principio parecía que quedó perfecto, pero al cabo de unos minutos, cuando ya el fontanero estaba lejos, salía otra vez la gota, pero esta vez con más abundancia. Así que esa gotita hará que vuelva mañana el fontanero y mientras tanto cierro la llave de paso salvo en los momentos en que funciona la lavadora, hay duchas o es la hora de fregar. Al final no es tanta el agua que se pierde, porque cae en un barreño que se aprovecha, pero es incómodo. A ver si se soluciona de una vez, lo del grifo y lo otro.
Lo más agradable sucedió al final del día. El padre de Sofía nos envió un audio en el que la niña habla de nosotros, y cuenta con que la gata blanca de peluche se va ir con ella “cuando se vaya el bichito”. La gata en cuestión no es nuestra, es un regalo infantil para mi hijo, y está en su habitación aunque él ahora vive en Tenerife, pero Sofía recibirá una gata blanca que se llamará Luna. Eso seguro.
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