No sé si ustedes tienen esa sensación, pero esta situación en medio de la pandemia se nos han ido metiendo en la conducta que a veces se da un encontronazo con lo que siempre hemos vivido. Me pongo a ver una película, y en ella aparecen escenas de la vida cotidiana, gente que se saluda, se abraza o se reúne en grupos a charlar o a cualquier otra actividad. Hay momentos en que visualmente me choca, porque los personajes de la película contravienen todas las recomendaciones que cada día nos recuerdan y que llaman distanciamiento social, expresión que no me gusta porque se trata de distancia física, que no debiera influir en los afectos y en las complicidades de la gente que tiene un trato habitual. Cuando se conjure esta pandemia y podamos ser como siempre, probablemente nuestros comportamientos no serán automáticamente como los de antes. Supongo que llevará tiempo.
Hoy se vota en el Congreso la ampliación del Estado de Alarma, y cuando escribo esto no tengo ni idea de si al final se reunirán los votos necesarios. Desconozco qué consecuencias jurídicas, económicas y sobre todo sanitarias tendría un voto negativo del Congreso, aunque espero que nuestros dirigentes, sean gobierno u oposición, sepan qué es lo que tienen entre manos y todo sea una secuencia más del inoportuno juego político que tiene unos y otros. Los bulos, las conductas temerarias de algunos ciudadanos y el cacareo permanente de políticos y voceros afines generan más inquietud y ansiedad en una población que ya tiene bastante con la que se nos ha venido encima. Por eso es hora de pedir a todas las fuerzas políticas mesura y sentido común, porque ya saben aquello de que el poder (todos lo tienen de alguna forma) implica responsabilidad.
De estos hablamos ayer de ventana a ventana, e incluso una vecina nos decía que había que poner una bandera blanca (o similar), para pedir ese sentido de estado que ahora es más necesario que nunca. Ante estas propuestas uno siempre duda, porque no está seguro de si, al hacerlo, está alimentando intenciones políticas que no conoce, porque no se dice de donde proviene la propuesta. Así que, algunos sacaron un folio blanco a modo de bandera, y como aquello resultaba una novedad, Sofía demandó el suyo y se puso a ondearlo por su ventana, imitada inmediatamente por Diego (no recuerdo un bebé tan espabilado como él, menos cuando pasea dormido en la mochila. Por cierto, no solo Sofía y Diego animan, también sus padres, una pareja joven y alegre, y Angie, la enfermera, que también reparte alegría y juventud. Ya es miércoles. Salud y buen día.
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