El acuerdo de Nueva Canarias con el PP para apoyar los Presupuestos con el diputado 176 debe hacernos pensar en el concepto que se tiene de Canarias en La Península, especialmente en la Villa y Corte y sobre todo en los círculos políticos, económicos y periodísticos. No quiero entrar en consideraciones de ningún tipo sobre el acuerdo, pero a poco que sepamos contar veremos que se logra un beneficio tangible para muchos canarios, pues solo en las subvenciones al transporte hablamos de más de siete millones de billetes interinsulares cada año. Y poco ha sido, porque se han quedado en el camino asuntos tan importantes como las dependencias, que la prensa peninsular tilda de mercadeo y nosotros llamamos necesidad social, que en Canarias es un clamor.
Según La Biblia, en un tiempo sin nombre, Esaú vendió la primogenitura a su hermano Jacob por un plato de lentejas (el hambre es muy fea); cuenta la tradición cristiana que, hace veinte siglos, Judas vendió a Cristo por 30 monedas; y la historia nos certifica documentalmente que Napoleón vendió al presidente norteamericano Thomas Jefferson el territorio de Louisiana por unos veinte millones de dólares de 1803. Es decir, la política, la guerra y las relaciones entre humanos, instituciones, estados y territorios siempre han tenido un valor material cuando se trata de canjear patrimonio o beneficios. Unos lo llaman compraventa, otros contrato, los malpensado dicen chantaje, extorsión o mercadeos y no es más que una relación económica, que está siempre en el fondo de todas las guerras, las paces, el comercio o cualquier intercambio de cualquier tipo. Por lo tanto, lo que han hecho Pedro Quevedo y Nueva Canarias es tan viejo como la existencia de las relaciones humanas, políticas y económicas.
En Canarias habrá quien valore de una forma o de otra el acuerdo, dependiendo de ideologías, intereses y criterios. Todo es muy legítimo. Lo que me resulta indignante es la actitud de esos poderosos e influyentes círculos políticos, económicos y periodísticos peninsulares con respecto a Canarias. Los voceros más interesados no se cansan de usar las palabras y expresiones más ofensivas, incluso por parte de quienes se supone desean que se aprueben esos presupuestos. Pintan a Nueva Canarias como si fuese una banda de forajidos que ha asaltado la diligencia de Rajoy. Pero es que estamos hablando de 200 millones de euros, una gota en el océano de las decenas de miles de millones que se manejan. Esas mismas voces saludaron con alborozo que, entre dádivas y perdones, se cuantificara el acuerdo con el PNV para esa misma votación en más de 4.200 millones de euros. Pensemos que Euskadi tiene una población similar a la de Canarias, poco más de dos millones de habitantes, y una extensión incluso algo menor, con el agravante para Canarias del coste de la lejanía y la insularidad, que es uno de los puntos importantes que se trata de corregir en este acuerdo. Grosso modo, son 2.100 € por cada vasco y 100 € por cada canario. Para estos prebostes, el PNV ha negociado un acuerdo, y cuando se refieren a Nueva Canarias (ya hablan despectivamente de «los canarios») usan vocablos aplicables al hampa y al crimen organizado. Intolerable.
El despiporre es que se publica en grandes tipos que un partido presiona a otro para que a su vez trate de que Pedro Quevedo no firme ese acuerdo. ¿Pero esto qué es? Vote cada cual lo que quiera, que es casi siempre lo que conviene al juego de la oca que allá se traen, y que a los canarios empieza a darnos igual, porque siempre acaban perjudicándonos. Y es que llega un momento en el que sus luchas intestinas, sus exhibiciones de machos Alfa y su presencia casi permanente en los platós de televisión nos interesan poquito, porque lo que aquí nos duele es el desempleo galopante en nuestra comunidad, los salarios de miseria, el abandono a los dependientes y un altísimo índice de pobreza (pregunten en Cáritas). Que alguien trate de paliar esas desigualdades no es chantaje, ni compraventa, ni mercadeo; es justicia, y como en este momento se está en la coyuntura de que se puede hacer valer un solo voto -el disputado voto del señor Quevedo, que diría Delibes-, dejarlo pasar sería de tontos. Ya seguiremos con debates universitarios y enfoques filosóficos una vez que hayamos comido, porque se trata de cubrir necesidades urgentes, y a la vez exigir respeto a nuestra tierra. Que si lo de Nueva Canarias es extorsión, ya me dirán cómo calificaríamos lo del PNV, que es veinte veces esos 200 millones. Ah, sí, lo de los vascos es negociación. Pues vaya…
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