Y la culpa de todo es de…

Noriaaaaass.JPGLa culpa de la actual situación política es del PP porque Mariano Rajoy practica el inmovilismo, si es que no es del PSOE y Pedro Sánchez porque sigue empeñado en un gobierno de cambio tratando de mezclar el agua y el aceite (hay que dar un premio a su psicólogo por fortalecer su autoestima). O tal vez la culpa sea de Ciudadanos, que quiere un gran pacto a tres a toda costa, en caso de que no sea de Podemos, que hace propuestas inasumibles, o de Alberto Garzón, siempre enredando con sus dos diputados. Puede que la culpa sea de los nacionalista catalanes, que están a lo suyo, o del Rey, que no obligó a Rajoy, dio cancha a Pedro Sánchez y ahora ni cruje ni muge. También puede que sea de Felipe González, que ha dictaminado, de Anguita, que ha predicado, de Aznar que se ha aparecido sobre una nube, o de Zapatero porque al final siempre tiene la culpa de todo; lo dice, Marhuenda, lo grita Inda, lo proclaman los enardecidos gurús de la radio matinal. O de Ana Oramas, porque no ha hecho valer la autoridad moral de CC. Aunque pudiera ser que la culpa sea de Rajoy que practica el… Detengamos el vértigo de esta noria a la que han puesto coto los comentaristas de Televisión Española, que en sus peroratas laberínticas desvían sutilmente la culpa a los electores, porque a quién se le ocurre repartir sus votos con tan malos números. La solución es obvia: en las próximas y parece que inevitables elecciones, se ruega que los votantes lleven calculadora, así irá mejor la aritmética electoral.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *



El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.

En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.