Este sería el momento en el que los videntes podrían hacer su agosto aunque sea enero. Me vienen a la memoria dos que murieron en el último cuarto del siglo XX; uno es el pintor y vidente argentino Parravicini, que entraba en trance y dibujaba viñetas que anunciaban el futuro y que llamó «psicografías». Las predicciones eran unas veces ambiguas y que a posteriori pueden ajustarse a hechos ocurridos después, como el ataque a las Torres Gemelas, la Guerra de los seis días o la coexistencia de dos Papas en Roma, que incluso dicen que predijo que el nuevo de los dos sería argentino. Todo esto es muy discutible, porque esas palabras difusas tal vez pudieran hacernos imaginar otros hechos. Por aquí, a las mujeres con estas supuestas dotes las llamaban «sajorinas», y la más famosa en el planeta del siglo XX fue sin duda la búlgara Vangelia Pandeva Dimitrova, más conocida como Baba Vanga, una mujer iletrada y ciega (vidente e invidente, qué paradoja). Aseguran que predijo la I Guerra Mundial, la muerte repentina de Stalin o la subida del nivel del mar (que ahora asimilan al tsunami de 2004), y puede que sea verdad. En cuanto al argentino, dicen que, con los dibujos que aún se conservan, acertó con décadas de antelación que el primer viajero al espacio sería un can (fue la perra Laika) o que en 1966 se inventaría el corazón artificial, como así ocurrió. Se puede decir en contra que eran personas de una gran intuición y deducían el futuro con datos del presente, pero de la vidente búlgara, en tiempos de independentismos y desconexiones, la predicción que suena más pintoresca es que, a finales del siglo XXII, la colonia de terrícolas en Marte se convierte en una nación nuclear y pide la independencia de la Tierra (cría cuervos…), y la que más miedo da es la de la Gran Guerra Musulmana en 2016, es decir, ahora. En cuanto al argentino, hay que darle la razón porque dicen que predijo que en el filo de los siglos XX y XXI toda la Humanidad padecería algún trastorno mental grave. Basta escuchar a nuestros líderes políticos y sus periodistas voceros para comprobar que, en efecto, abundan la esquizofrenia, los cuadros obsesivo-compulsivos, las paranoias y todo el muestrario de trastornos con sus distintas variantes. En pocas palabra, que el mundo se ha vuelto loco. Y me gustaría quitarle la razón a los videntes, pero es que con la fauna que anda por ahí pastando me he he quedado sin argumentos. O a lo mejor es verdad el dicho galaico de que es cierto que «haberlas haylas» (¡Cielos, Rajoy es gallego!)
Un comentario en “Parravicini y Baba Vanga nos asistan”
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Al menos dudemos ante la ambigüedad, no practiquemos la soberbia de negar la posibilidad; «hombreee, puei see», que decía aquel personaje, mítico, de Pepe Monagas cuando el otro le aseguraba que su padre, con aquel injerto de teta de vaca en el dedo amputado podía echar leche en el café para hacerse un cortado.