En Denver se celebra la final de pócker del oeste del río Pecos, con jugadores que han sido elegidos entre muchos y llevan la bandera de distintas ciudades. El representante de Kansas City, dice que va con sus cartas, pero que no va de momento, mientras que el que acaba de llegar de Avilene sube la apuesta al máximo tratando de poner en apuros al jugador alto de Springfield, que si va puede quedarse fuera de la partida, y si no va también puede perder cuando haya cambio de cartas. Hay un cuarto jugador, con el pelo bien cortado porque acaba de llegar de la elegante Filadelfia. Este jugador al principio no iba, pero ante la duda del de Kansas City ha puesto fichas sobre la mesa. El crupier que reparte la cartas, un rubio muy alto que solo habla con gestos, ha preguntado a los jugadores el número de cartas que quieren cambiar, y ninguno de los cuatro se aclara. Hay otros jugadores, pero en principio parecen pasar esta mano, aunque quien sabe si en la siguiente pueden dar la sorpresa. Los que miran alrededor de la mesa, empiezan a pensar que alguno, varios o todos juegan con las cartas marcadas, y los que se pasan o apuestan lo hacen para despistar, porque en realidad esta mano les da igual y piensan atacar fuerte en la siguiente. Por como juegan, está claro que las jugadas son bajas, van de parejas o como máximo un posible trío. De tan laberíntica que está volviéndose la partida, empieza a ser aburrida, porque da la impresión de que esos jugadores solo piensan en sus propias ganancias, no en las de los lugares que representan, y hay quien incluso cree que no les interesa la partida y en realidad les gustaría estar en OK Corral.
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(Fotograma del western Viaje hacia el Oeste (1937) protagonizado, cómo no, por John Wayne).
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