-¿Marte, dios latino de la guerra?
-Al aparato. ¿Quién es?
-Isis, esposa de Osiris, dios egipcio del Inframundo.
-Póngame con Osiris, quiero hablar directamente con él.
-Es que ahora está moritando. Pero él ha delegado tareas en Horus y en Anubis. Yo me encargo de las relaciones externas, la prensa, las redes sociales…
-Si hay dioses de la guerra chinos, griegos, celtas o escandinavos, ¿por qué me llama a mí?
-Es que egipcios y romanos nos entendemos bien desde lo de Cleopatra y Marco Antonio y no olvide que usted es el presidente de la comisión de dioses de la guerra.
-Elegido democráticamente, señora mía. Y bien; usted dirá.
-En primer lugar, hay que organizar mejor el envío de remesas de muertos, llegan demasiados a la vez y esto a veces es un caos. Piense que hay que clasificar, destinar y acomodar a muchas almas para toda la eternidad. Es un curro importante, y se nos va de las manos.
-Pues nosotros matamos lo normal, en proporción, como dice el contrato, que por cierto ya tiene su tiempo, está escrito en latín del siglo I.
-Ya, señor Marte, pero es que en tiempos de Roma había cuatro gatos. Y otra cosa: también deben controlar personajillos como Afrodita, Venus, Cupido y otros, que están con eso del amor y se fabrica gente sin parar, ya tienen ustedes miles de millones, y claro, aunque la proporción de muertos es la misma, las cifras se disparan.
-Ya sabe, señora Isis, eso no tiene enmienda.
-Pero es que tampoco controlan ustedes a unos espontáneos que se hacen llamar Jinetes del Apocalipsis, y cada día nos envían más remesas de muertos. Estamos desbordados.
-Mire, señora Isis, estamos hartos de intrusismo: asesinos en serie, genocidas, terroristas… Le hice a Júpiter una pregunta y me contestó a través de un plasma que me metiera en mis cosas. Nosotros hacemos nuestro trabajo, hagan ustedes el suyo, el inframundo es infinito, así que espacio tienen. Y le repito que creo que deberíamos revisar el contrato, las circunstancias han cambiado mucho en dos mil años.
-Señor Marte, yo creo que mejor lo habla con Osiris, que acaba de resucitar de la siesta… ¡Osiris! ¡Osiris! ¡Que te pongas!
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