Ya que hoy se presenta el libro Papiromanía, escrito a ocho manos (*), me sumo a sus cuatro autores y voy a contarles un cuento para tiempos difíciles:
Érase una vez un país muy lejano en el que vivía un señor con bigote que debía ser alemán porque se llamaba Gürtel, y otro caballero que debía ser muy marinero porque se apellidaba Dársenas o algo así, otro que siempre se rajaba porque lo llamaban Rajón, otro más tan enrevesado que le decía Rubal-abracadabra y otro que debía ser muy alto porque lo llamaban no sé que de Palma. Había más caballeros, unos que conformaban una especie de cofradía muy jacarandosa porque la denominaban Delere Andaluz, otros que se hacían trajes a medida, algunos que cobraban entradas muy caras en un Palacio de la música, un jurisconsulto que pertenecía a un partido político estando esto prohibido, otro que andaba en confusos asuntos alrededor de un accidente de avión con militares muertos y hasta un caballero muy principal que en sus horas de ocio cazaba osos y elefantes. También había damas amnésicas que ignoraban lo bien que lo ganaban sus maridos, otra que devengaba cuatro salarios legales y dicen que alguno oculto, y otra que era la Esperanza de algunos y que antes de serlo había ido y venido, ejercido y dimitido e incluso hizo migas con un empresario de casinos americanos a cuenta de dejar que se fumara en… Bueno esto no me lo sé muy bien porque siempre me lo cuentan distinto.
Ya les he presentado a los personajes del cuento, pero en realidad no puedo seguir porque desconozco el argumento del relato. Es extraño, porque con protagonistas tan potentes ninguno hace avanzar historia alguna; en este cuento no solo inacabado sino inempezado resulta que nunca jamás pasa nada porque es una colección de negaciones, y ya se sabe que es imposible escribir una narración negando una y otra vez; sin embargo, mis cuatro amigos papirómanos han conseguido acabar sus textos.
***
(*) Esta tarde se presenta en el Museo Domingo Rivero el libro colectivo Papiromanía, del que son autores Antonio Lino Rivero Chaparro, Ricardo Pérez García, Juan José Rodríguez Barrera y Rubén Benitez Florido. Ya sé que es 18 de julio, pero a partir de ahora, en lugar de por lo que ahora se recuerda, esta fecha entrará en los anales (con perdón) como aquella en la que se presentó este libro. La otra, mejor solaparla para que se ahogue.
3 opiniones en “Érase que no era”
Deja un comentario
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.
Tiempos difíciles. Aunque no debería, quiero desvelar el final de esta historia: Fuese y no hubo nada. Ya se sabe que, a veces, las historias de ficción no resultan del todo satisfactorias.
No sólo es un cuento con unos personajes magníficos, pero sin argumento, o sin un argumento definido, sino también, sin final feliz. Si a un extraterrestre o a un habitante de otro cuento se le invitara a venir a ese reino del cuento, creo sin temor a equivocarme que rehusaría la invitación. Con toda lógica, por cierto.
Al final, tendremos que autoexiliarnos como hizo Saramago, para salvar la dignidad. El problema es que cada vez son más los países que se parecen a esta República Bananera en la que se ha convertido el nuestro. Un saludo, Emilio.
Es más bien el cuento de nunca acabar. Son los mismos caciques de toda la vida intercambiando disfraces y escondiéndose detrás de una Constitución. Yo no quiero ponerme de mala leche, Emilio, así que voy la eer de nuevo tu artículo con esa imagen que dejas como si fueran personajes de cuento. Me repito: no son reales, no son reales, no existen….