No me refiero al inglés ese que se dilata en el tiempo y es un propósito eterno. Me refiero al idioma para entender el mundo. Lo de Egipto me rompe los esquemas, porque a estas altura ya no entiendo nada. El ejército toma el poder, expulsa a quienes han sido elegidos por las urnas y los gobiernos del mundo mundial no se atreven a llamar a eso golpe de estado. Claro que, el asunto es complejo, porque los elegidos querían llevar poco a poco al país hacia la teocracia islámica. Una cosa no quita a la otra, el problema es que se rompe una regla de oro, y es que el poder está en pueblo. La pregunta ahora es si es más pueblo el que grita concentrado en una plaza o el que votó hace año y medio; o al revés. Ya digo, la confusión es terrible hasta en lo teórico. A Occidente, lo que le interesa es que Egipto, un estado que es el centro político de gravedad de todo el mundo árabe y aun del islámico, sea estable, y le da igual el sistema que lo gobierne, pero no olvidemos la reciente historia de la RAU o de la Liga Arabe para entender que lo que ocurra allí será espejo de lo que pase en otros países. Ya ocurrió con la llamada Primavera Arabe. Así que este siglo XXI viene muy raro, en un lenguaje que yo cada día entiendo menos.
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