Venezuela

2184549701_469f6f907d[1].jpgQuerida Venezuela, lo tuyo es una gran contradicción. Cuando Américo Vespucio y sus hombres entraron al territorio de los indios tacariguas y caquetíos de tu interminable llano, lo hicieron por las vías fluviales de las barrancas, perchando con palos contra el fondo del cauce, de una manera parecida a como perchan los gondoleros venecianos. Fue así como nació tu nombre; te llamó Venezuela, pequeña Venecia, y la gran contradicción es que en tu inmenso espacio todo es grande, desde las montañas metálicas de la Guayana hasta la majestuosidad de la mayor catarata del mundo, el Salto de Ángel, que cae casi un kilómetro desde la meseta del Auyantepui hasta el río Caroní, que sigue curso por el Orinoco tremendo de la Gran Sabana, atraviesa el parque nacional de Canaima y llega hasta la orgía de fuerzas que es el Delta Amacuro, donde el río y el océano se dan un beso tormentoso. Todos es grande en ti, también las pasiones, las corrupciones y las revoluciones. Tu gente tenía que elegir apasionadamente entre la revolución personalista que se legitima en las urnas y la moderación que venía de la desunión y se sostiene en la prepotencia petrolera. Y ha elegido, con pasión. Ojalá, querida Venezuela, encuentres el camino y todo deje de ser brutal y homérico, es mejor la vida tranquila si esta proviene de una sociedad justa. La democracia y el griterío casan mal. Que el futuro sea mejor. Ojalá, Venezuela.

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