Sobre los hijos de puta

Hace un par de días, el Canarias7 sacó la información de que el profesor argentino Marcelino Cereijido ha publicado Hacia una teoría general sobre los hijos de puta, un libro en el que se acerca a los orígenes de la maldad. Cuando lo leí me dije «caramba, se me han adelantado», zhijospu.JPGporque eso de que un profesor universitario trabaje sobre un asunto tan común y la vez tan duro es una novedad, hasta el punto de que pocos podrían imaginar un título así para un profundo ensayo. Y digo que se me ha adelantado (en tono de chanza, claro), cuando en realidad debiera decir que he sido profético. Me explicaré: Cuando alguien se pasa 28 pueblos, ofende y humilla hasta decir basta, le digo la siguiente frase: «Qué interesante, le voy a dar tu teléfono a un amigo mío para que se ponga en contacto contigo; podrías aportarle mucho porque ahora está haciendo una tesis doctoral sobre los hijos de puta». Una carga de profundidad así sólo puede usarse en contadas ocasiones (lo he hecho dos veces en mi vida) y por lo menos en una creo que me quedé corto, porque para la maldad que rebosaba aquel individuo una frase así es poco. Por eso, al ver la información, me he reído porque he pensado que en realidad el universitario que estaba trabajando sobre los hijos de puta existía en realidad. Si en otra ocasión tengo que sacar munición pesada, añadiré el nombre de Marcelino Cereijido como el amigo que hace tan oportuna tesis doctoral. Espero que no, aunque con la cantidad de especímenes de esta ralea que pululan por ahí, raro será que no me tropiece con alguno.

3 opiniones en “Sobre los hijos de puta”

  1. El verdadero hijo de puta
    Gente mezquina, individuos sin valores éticos, canallas de nacimiento o malnacidos…¡auténticos hijos de puta!. Los hay de los dos sexos, andan ciertamente por todas partes y los descubres cuando alguien hace algo tan sucio, tan rastrero, tan mezquino que dan hasta ganas de vomitar y todo a sabiendas del mal que hace. Ante esta clase de individuos se llega a sentir tanta impotencia que te dan hasta ganas de comprarte un arma del máximo calibre para cargártelos uno a uno y no dejar títere con cabeza, pero menos mal que esto no es América y no llega uno a mancharse las manos de sangre con semejantes sabandijas. Por ganas surge hasta la tentación de coser un muñeco de vudú pensando en ellos y clavarles el alfiletero entero hasta dejarlos peor que un colador…¡pero no!, no merece la pena tanto trabajo.
    Al final, visto del mejor modo y ya desahogados aprendemos que esa clase de individuos no merece nada, absolutamente nada de nosotros, ni que malgastemos nuestro precioso tiempo en la frustración que nos dejan. Lo mejor que se puede hacer es aprender a defenderse de ellos y luchar por la Justicia en todas sus formas y siempre queda la esperanza que será la vida quien se las cobre en nuestro lugar…
    Y no por que haya muchos hijos de puta pululando por el mundo debemos nosotros ponernos a su altura y convertirnos en seres tan despreciables, que no estoy yo de acuerdo en que cualquiera pueda ser un hijo de puta…para eso visto lo visto se nace. ¡ Qué sí hombre, que hay algunos que ya nacieron siendo auténticos hijos de puta y tan sólo hay que mirar al hediondo de la foto!.
    Tan sólo añadir que ¡qué lástima que sean las madres las que tengan que cargar con la responsabilidad moral, al menos lingüísticamente hablando, de tanta maldad que hay por el mundo!.

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