Qué pena, este país ya vendió el alma,
y aunque haya crisis siempre están los desvergonzados
metidos en un derroche de dinero, en Ibiza, en la bahía de Palma,
en Marbella y en el yate señero que surca una podrida mar en calma.
En el «couché» de la revista ¡Hola!,
el parado, la puta, el pordiosero y el mariquita con cara de amapola
ven con rabia, envidia y desespero,
cómo toman caviar y champán fino nietas de dictadores,
y una tropa de archiduques, busconas y adivinos.
El pobre no se toma ni una copa,
y es un milagro que su boca mande
unas migas de pan a la barriga.
En los campos de golf de Sotogrande,
la jet se exhibe, se luce, se prodiga,
con Rolls-Royces, Vuitons y diamantes,
mientras ella, sonriente y mimosa,
cobrando una exclusiva apabullante,
se deja retratar, muy generosa.
El era un vividor, rico y astuto,
ella movió el culito y batió palmas,
él sexo, ella dinero, no hay más fruto,
silicona en los labios y en el alma,
si es rico le da igual César que Bruto.
Un comentario en “La jet”
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¡Cóoooño! No sabes cómo me he reído hoy. Al carajo Rilke y de la Serna, con una poesía como esa, sí señor.