De que Elton John es un gran artista no hay duda, lleva 40 años demostrándolo. Pero también quiere ser una estrella permanente, que tiene que brillar cada día, y para eso no es suficiente el gran talento musical que posee. Estar en el día a día requiere montar el número de vez en cuando, y ahora mismo ha vuelto a hacerlo, declarando que Jesucristo era gay, y más cosas, pero lo de gay va a generar ríos de tinta, y Elton John en la cresta de la ola, por aquello de que es bueno que hablen de uno aunque sea bien.
Ahora La Iglesia pondrá el grito en el cielo, y a vender discos. La verdad es que a un artista de su altura no le hacen falta estas salidas de pata de banco. Todavía suenan los ecos de cuando hace más de cuarenta años John Lennon dijo que Los Beatles eran más famosos que Jesucristo. Y la gracia es que La Iglesia entra a todos los trapos y lo que consigue es un efecto publicitario gigantesco, como ocurrió con El Código Da Vinci, pues creo que El Vaticano debiera exigir a Dan Brawn parte de los multimillonarios derechos generados por su libro, porque ayudó, y mucho, a venderlo.
Gente de medio pelo (por eso no entiendo a Elton John) trata siempre de abrirse camino en los medios diciendo cancaburradas. Sólo hace falta atacar algo establecido y ya se arma. De hecho, hay personas que buscan ser el centro de una reunión diciendo que Cien años de soledad es un culebrón, que Marlon Brando fue un actor de segunda fila sobredimensionado o que Mozart era un plagista, así sin anestesia. Cuanto mayor sea la cancaburrada mayor interés en la audiencia, y es que somos así.
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