De un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que no hay que dar nada por supuesto. De repente, aparece una noticia que parece una perogrullada e incluso una chorrada pero que viene a confirmar que creíamos que algo era de una manera y resulta que no.
Al lío. Ayer vi una información en la que se dice que el Vaticano invalidará los matrimonios entre católicos y personas no bautizadas. Tuve que leerla una par de veces para estar seguro de que no alucinaba. Porque, vamos a ver: yo entendía que quienes se casan por la iglesia son católicos, al menos teóricamente, y para poder hacerlo tienen que aportar su partida de bautismo. Pero resulta que no, que hay matrimonios celebrados por el rito católico en los que uno de los contrayentes no estaba bautizado. Digo yo que el párroco era muy torpe con la burocracia o simplemente daba por buena la palabra de sus feligreses, y no exigía documentación, pues por la misma razón podría haber bigamia o qué sé yo.
Pero lo que realmente me ha sorprendido es que, si esto era así desde hace mucho tiempo, sea ahora cuando el Vaticano tome cartas en el asunto. Ya sabemos que Roma no se caracteriza precisamente por su rapidez, pero me parece un contrasentido decir que invalidarán los matrimonios, cuando por pura lógica, ya es inválido per se si al celebrarse no se cumple una condición imprescindible como lo es estar bautizado. Pero, ya digo, ya no se puede dar nada por supuesto.
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