Ferran Adriá dice que la cocina española está en la vanguardia del mundo, y supongo que lo dice por él y sus inventos raros, aunque también algo tendrán que ver Arzak, Martín Berasategui y hasta el mismísimo Arguiñano, que por ser tan popular es considerado el Manolo Escobar de los cocineros.
Está bien que fuera valoren la cocina española, pero me parece que eso no es nuevo, ni es obra de Adriá y sus bambucos. Hay toneladas de literatura, sobre todo libros de viajes de los románticos ingleses, y de viajeros y literatos de todas las épocas, en los que se habla de la riquísima gastronomía española. En Francia se come bien y a base de mantequilla y queso, en Italia la leyenda es el queso mozarella, el pomodoro, la pasta y para de contar, porque Inglaterra es un desastre, Alemania otro tanto y para comerse una buena carne fuera de España hay que plantarse en la mismísima Pampa argentina.
Por las cuatro esquinas del mapa español, la comida es un lujo. Consta en El Quijote, que ha sido traducido a muchas lenguas, y en los textos de los autores más diversos, desde Washington Irving a Orson Welles, que dio buena cuenta de grandiosas paellas en Peñíscola. Así que, lo de Ferran Adriá está bien, pero antes de que él deconstruyera una tortilla por aquí había tortillas muy bien construidas y alabadas por tipos tan dispares como Napoleón, el conde Ciano (el yerno de Musollini), John Lennon y Hemigway.
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