No es que no quiera dar nombres o decir las cosas claras, lo que pasa es que ocurre tantas veces que decirlo de una de ellas, y de una persona, es apuntar con el dedo a alguien que está haciendo lo mismo que todos. Pero no deja de ser grave irresponsabilidad. Me explico:
Estar en la política u ocupar cargos públicos, de mayor o menor calado, tiene generalmente dos elementos. Por una parte está la gestión y por otra la representatividad. Un político no debiera olvidar nunca que cada uno de los actos, cada una de las palabras, cada movimiento en el ejercicio de sus funciones se hace en nombre del pueblo soberano, que es quien deposita el voto del que emana toda la legitimidad.
Por ello una de las cosas que hay que cuidar es la lengua, y últimamente parece que esta anda muy suelta. No sólo dicen tonterías sino que a menudo cometen torpezas de un calibre descomunal. Bla, bla, bla, como la lengua en España no paga impuestos, se habla a lo loco, y cualquiera puede hacerlo pero no un cargo público, y si arguyen la campechanía diría que tampoco, porque cualquier palabra está dicha desde la representatividad.
Como dijo aquel, y que se lo aplique, ¿por qué no te callas?
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