Publicado el

Como pompas de jabón

 

 

Los especialistas definen la agnosia como la incapacidad para percibir o interpretar estímulos externos, sean objetos, sonidos, colores o conceptos. Se refieren siempre a un individuo, y el origen suele ser una disfunción neurológica, por lo que es un diagnóstico clínico. Desde el punto de vista social no se puede diagnosticar, pues habría que estudiar a todos y cada uno de los componentes de esa sociedad. Sin embargo, hay una especie de agnosia colectiva, que unos dicen que se produce de forma espontánea y otros porque es inducida deliberadamente. Luego, cada cerebro, la administra a su albedrío, de manera que un mismo estímulo es percibido de formas distintas por cada persona, incluso con posiciones totalmente opuestas.

 

 

Hace tiempo que vengo hablando de la ignorancia programada, que es una evidencia porque funciona de arriba abajo, a través de factores tan dispares como los sistemas educativos, la publicidad y las conveniencias políticas y económicas. Luego ocurre que, en determinadas circunstancias, las cosas pueden volverse del revés, y un asunto tan denostado como sentarse con Puigdemont (o su partido) puede pasar de ser un sindiós a convertirse en una virtud democrática tan alabada como la capacidad para dialogar. La agnosia colectiva aparece cuando miles o millones de personas siguen unas pautas y son capaces de aplaudir lo que ayer rechazaban. Porque una cosa es ser flexible, dialogante y constructivo, y otra muy distinta es saltarse conceptos básicos, que, aunque nada hay inamovible, sí que deben siempre mantener una misma línea de pensamiento.

 

Y como aquí nadie sigue esas mínimas condiciones de respeto social, resulta que habitamos una lonja en la que se subastan ideas. Aunque se supone que las ideas surgen del razonamiento o la imaginación de una persona, funciona cuando las personas, en lugar de razonar, se dejan llevar por ideas que les llegan con la intención de crear una idea colectiva. Por eso, cualquier ideología es una perversión de la propia capacidad de razonar, y en esto entran las religiones y las adhesiones inquebrantables a cualquier asunto, aunque sea este el mero seguimiento de un equipo de fútbol o un grupo de rock.

 

Luego está la desaparición del arte del debate, que suelen confundirse con la polémica, cuando aquel es contraposición de ideas y juicios y la polémica es claramente hostilidad. Podemos decir que en el Parlamento Español hace mucho que no hay debates, porque no se trata nunca de llegar a un puerto sobre lo que se habla, sino de sitiar y, si es posible, destruir al adversario, que en estas condiciones adquiere casi el nivel de enemigo. Las redes sociales se han convertido en un permanente duelo de cuchillos, donde el insulto, las amenazas y las mentiras sustituyen a los argumentos. Y no hay más argumento que la destrucción del otro.

 

Con tanta agnosia colectiva y tan diestros descalificadores, los dirigentes siguen culpabilizando a los otros, y con semejantes mimbres se atreven a hablar de pactos constitucionales, de la vertebración de una nación de naciones o de los peces de colores. Se las han ingeniado para que nos olvidemos socialmente del sufrimiento durante la pandemia, la han dado por zanjada y nos ocultan que el covid sigue ahí, y que para muchas personas es bastante más que un catarrillo. Reaccionarios contra wokes y viceversa, gente alineada por inercia con tirios, troyanos, unionistas y separatistas, una gozada de mensajes sin una idea en su contenido, simplemente “no me gustas porque no me gustas”.

 

Se está llegando a politizar hasta los avisos meteorológicos, y da igual si mueren o desaparecen personas en las riadas del centro de La Península, las mujeres siguen siendo asesinadas por cafres que tienen menos humanidad que los gorilas, pero lo único que se enarbola es el mismo mantra de una ley que, efectivamente, tenía errores. La sequía nos cerca, la inmigración irregular ya es un gravísimo problema para Canarias y, en fin, todo está patas arriba. Como Lot, busco una cifra pequeña de personas justas para presentarlas como aval y que Yahvé suspensa la destrucción de Sodoma, pero no las encuentro (tal vez ni yo lo sea), y quienes tienen la responsabilidad de liderar la restauración de la convivencia siguen enredados en plazos legales que provienen de una Constitución que, por los hechos deduzco, es una pompa de jabón en el aire. Son ellos los que la hará explotar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *



El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.

En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.