Pues acaba de terminar la eliminatoria del siglo, y se ha clasificado el Tenerife. Durante toda la semana, antes y después del partido en el Heliodoro tinerfeño, ha escuchado y leído de veinte formas distintas que la UD Las Palmas iba a arrasar, que en el Gran Canaria borraría la sonrisa de los tinerfeñistas, una turba dirigida por Jonathan Viera se convertiría en un agujero negro que se tragaría a los blanquiazules. Hay frases refránicas para casi todo, una, que dice que el inglés no quiere buen principio (pero no era el Liverpool o el Manchester, era el CD Tenerife) y otra que afirma que la luz que va delante es la que alumbra, o más, el que pega primero pega dos veces.
Todo ese triunfalismo salía de no se dónde, porque dice mucho que el mejor jugador de la UD en el partido de ida fue el portero. Un equipo que el miércoles vagaba desnortado por el Heliodoro iba a transformarse el sábado en reloj suizo por la magia de un estadio pintado de amarillo hasta los topes. Pero la marea amarilla no juega, y encima el que iba a ser el mago que conduciría al equipo a la gloria se lesionó antes del descanso.
Confieso que soy fiel seguidor de la UD Las Palmas, pero no de esta, sino de la que guardo en la memoria, que tenía una identidad de juego y que nos representaba. Pero, por aquello de la nostalgia y la geografía, me uno siempre a quienes quieren el ansiado ascenso, y este año también, pero desde hace una semana no he dicho ni escrito una sola palabra sobre la eliminatoria. Siempre me salía aquello de que no debe venderse la piel del oso antes de cazarlo, y cazar un oso es muy trabajoso, según dicen, porque yo todavía no he cazado ninguno. Aunque eso de prometer futuros paraísos que nunca se materializan es mucho de por aquí. He callado porque no quería que me tildasen de pájaro de mal agüero. Y sinceramente, después del partido del miércoles no sabía cuáles eran los argumentos para creer que hoy la UD ganaría por goleada.
Ahora no callo, y la verdad es que tampoco el tema da para más, solo es un partido de fútbol (bueno, dos). Nunca he entendido por qué nos representa un equipo formado por una mayoría de forasteros que juegan un deporte inglés. Como buen deportista, felicito al CD Tenerife, y que esto le sirva de ejemplo, porque falta todavía un escalón para llegar a Primera. Y hay que subirlo.
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