Nadie sabe nada
Cuando comenzó toda esta catástrofe de la pandemia, las palabras de los políticos eran de ánimo, de que saldríamos del atolladero y de que nadie iba a quedarse atrás. Cuando han ido pasando las semanas y los meses, nos estamos dando cuenta de que probablemente ellos tenían tanto desconocimiento como el de toda la población (salvo los científicos que sí sabían de lo que hablaban). No es una crítica a su ignorancia, porque un asunto de esta gravedad no se había conocido en generaciones, y es normal que funcionaran por instinto.
Lo primero que escuchamos fue que tendríamos que estar todos juntos, que España sería una piña y Europa daría la talla. Pero ahí seguimos bailando una yenka extraña en la que ya lo más importante es la economía, y los rebrotes se dan como hechos inevitables. Al final, la disparatada política sueca o la locura de líderes como Trump o Bolsonaro es la que se aplica por aquí con la boca pequeña.
Así las cosas, ya uno no sabe qué creer. Economistas de postín aseguran que el BCE puede hacer lo mismo que la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco de Inglaterra, imprimir billetes sin tino, a lo que otros oponen el argumento de que eso sería otro dislate. Así que no sabemos muy bien cuándo, cómo y de qué manera van a producirse esas ayudas para la reconstrucción, qué parte es gratis y que otra se convierte en préstamo. Es decir, por no saber no sabemos nada. Y la gran pregunta es si tanto dirigente encopetado tiene idea de qué va esto.
Luego están los conspiranoicos, y tampoco acierto a entender cómo en un remolino como el actual los independentistas solo ven la independencia, los políticos solo ven su partido y sus luchas de poder y la gente, tal vez por influjo de tanta falta de altura política se olvida de las mascarillas y se empeña en celebrar a su manera los festejos veraniegos como si no existiera el virus.
Siempre se dijo que una cosa es prometer y otra dar trigo. Por el momento, yo solo veo dificultades, y tampoco facilitan a la población las gestiones, pues para cualquier cosa hay que hacer cola, pedir hora que no se respeta y faltando a esa frase en la que decían que nadie iba a quedar atrás.
Será que hoy no tengo un buen día, pero la impresión ahora mismo es que nadie tiene una idea clara sobre en qué estamos metidos. El primero que no se entera soy yo, pero tampoco veo que haya alguien que me lo explique de manera convincente. En estas circunstancias, fiaremos en el optimismo y en la suerte. Buena semana.