Olores y canciones de un 25 de julio

 

Cuando se escribe para que cualquiera pueda leer lo que escribimos, se supone que hablamos de un asunto que es suceptible de interesar a todos. Sin embargo, hoy van a permitirme que esta entrada la escriba pensando en una sola persona, aunque los sentimientos finalmente son parecidos en todos los seres humanos. De otra manera nunca nos interesaría la poesía amorosa, que fue escrita por alguien pensando en otro alguien y no conocemos a ninguno de los dos porque, a menudo, ni siquiera se coincide en el tiempo.

 

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Hoy es 25 de julio, pero no es por eso por lo que es importante para mí este día, y si no les digo la razón de su importancia personal es porque en realidad estas líneas son solo para una mente sospechosa que guarda conmigo muchas complicidades y muchas mañanas de terciopelo. Cuando era niño veía pasar las parrandas camino de Tunte, y se me quedó grabado el olor a incienso de una romería en la que mis pocos años fueron presentados ante el Apóstol Santiago. El olor a incienso me recuerda siempre a un día lleno de cansancio físico, después de atravesar media isla a pie, en una nave lateral del templo parroquial de Tunte. Otro día de Santiago me vestí con traje y chaleco, y recorrí una interminable alfombra camino de un altar. Había una ola de calor como pocas veces se ha visto. El olor de aquel día era el de la granadina, que alguien me dio a probar en un combinado que se llama San Francisco. Había olido antes la granadina, y la he olido después, pero el olor que tengo grabado en mis neuronas es el del combinado que probé un día de Santiago en que yo me derretía dentro de un terno azul marino. Seguramente tiene que ver con quien me lo dio a probar.

 

Y es que ese 25 de julio despierta mi curiosidad, porque a uno le gusta saber qué cosas pasaban en el mundo en una fecha concreta. Es la versión al revés del «dónde estaba usted y qué hacía en el preciso momento en que sucedió tal hecho importante». La formulación que me hago es qué hacía el mundo mientras yo vivía uno de los tres días más importantes de mi vida. No consigo recordar qué pasaba en el mundo en aquella fecha, pero no olvido ni un segundo a quien  se agarró a mi mano para caminar juntos.

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