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DIARIO DESPUÉS DE LA CUARENTENA (FASE I) Jornada 62: Cuando se vaya el bichito. (15/05/2020).

 

Hoy es Día de la Familia, aunque precisamente en estas circunstancias ni falta hacía tal recordatorio, la tenemos más presente que nunca. Estamos pendientes de nuestros familiares que están en otra población, en otra isla o simplemente en otra casa. Y curiosamente, por lo menos en mi caso, me vienen a la memoria constantemente las personas queridas que ya no están. Familia es una palabra que suele definir lazos de sangre, pero hay gente que es familia porque se lo ha ganado, y por ello hay una línea difusa que permite que hoy celebremos los afectos de las personas que amamos, como ayer, como siempre.

En este episodio que será histórico en el futuro, se han inventado palabras y conceptos que tratan de definir acciones y hechos que, por novedosos, no tenían asignadas expresiones  para nombrarlas. Es como en el primer capítulo de la novela Cien años de soledad “el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”. Pero creo que, con aciertos o dando patadas a la RAE, vamos entendiendo, porque la sociedad se ha visto obligada a asumir una realidad impensable. Es tan nueva, que cada vez que despertamos tenemos que ponernos en situación, porque ya dijo Einstein que la realidad es una ilusión muy persistente.

El comienzo de las fases de desconfinamiento asimétrico (lo que decía de las expresiones enrevesadas) coincide con el final de la obra en el edificio de enfrente. Al mirarlo tengo la sensación de que está desprotegido, porque los andamios eran como un abrigo hacia el exterior. Todo esto es metafórico, y espero que para bien, porque cada día dependemos más de nuestra correcta manera de actuar. Esa salida a la ventana se ha convertido en un intercambio entre vecinos y hoy surgió de otra ventana una niña nueva, Carlota. Creo que por la redes circula una gran convocatoria para el domingo por la noche, como agradecimiento a los sanitarios. Ayer salieron los vecinos habituales, y estuvo también Octavio. A Sofía se le escapó su maraca roja y verde, pero esta vez no había andamios y cayó desde un quinto piso a la calle. Se hizo añicos, y menos mal que no pasaba nadie. Mi compañera le dijo que le compraría otra, y la niña, con buen juicio dijo: “cuando se vaya el bichito”. Pues ya sabemos que el bichito se irá, Sofía lo ha dicho. Buen día.

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