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DIARIO DE CUARENTENA. Jornada 51: Mayo festivo familiar. (04/05/2020).

Tengo que empezar este 4 de mayo recordando el del año pasado, cuando ganamos una hija porque mi hijo y su compañera de viaje se casaron. Los comienzos de mayo siempre han sido muy festivos en nuestra casa; celebramos el cumpleaños de nuestro hijo y el Día de la Madre, que a veces coinciden, cuando el 2 de mayo cae en domingo, como ocurrió precisamente el día que fuimos padres. A eso hay que añadir el 4 de la boda. Por eso felicito a mis hijos en su primer aniversario, que deseo y espero que sea un paso más en un largo camino de amor y complicidad. El 4 de mayo de 2019 fue inolvidable: peluquerías, nervios, fotógrafos y sobre todo una reunión de familiares y amigos en torno a una pareja. Se coronó con una noche feliz, como sé que tendremos otras muchas.

Durante el confinamiento, he salido a realizar las compras esenciales y a bajar la basura, pero ayer mi compañera, con un día de retraso, salió a la calle por primera vez desde el 13 de marzo. Fue un paseo corto, pero resultó emocionante para mí ver la alegría que se dibujaba en su rostro al pisar de nuevo las baldosas queridas de nuestro barrio. Por un momento, quedó en segundo plano lo que estamos viviendo todos. Miramos los escaparates del Paseo de Tomás Morales y no sé si es verdad o soñamos que vuelve la vida. Dicen que en próximas fases se nos irá devolviendo el sosiego y esa alegría de la comunicación que ahora administramos con la gente querida a través de la tecnología salvadora. La esperanza es que esto acabe, aunque siempre nos queda el suspense de no saber hacia qué sociedad vamos.

A pesar de que todos los días de confinamiento debieran tener parecido ambiente, los domingos por la tarde suelen ser más tibios en los aplausos, como si estuviera grabado en el ADN de la gente ese aire cansino que antecede a los lunes. Por supuesto, mis vecinos y vecinas comparecieron puntualmente y después de los aplausos se comentó cómo habían sido los respectivos paseos. Sofía hoy tenía un atuendo rojo, que tal vez era un vestido por la forma de los hombros, aunque bien pudiera ser una camiseta, porque apenas la vemos un poco por arriba. Salió con la pandereta y luego cambió a las maracas rojas, mientras su madre sonreía y su padre nos saludaba desde más atrás, con Diego en brazos. Empieza otra semana. Que vaya bien.

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