Este año la primavera no espera al clásico 21 de marzo, seguramente porque febrero ya sumó un día más al ser año bisiesto. Por ello, he decorado con dibujos de flores las ventanas de mi casa que dan a la calle para que los vecinos de enfrente se animen. Hemos pensado especialmente en una niña que cada tarde a las 19:00 aplaude a la Sanidad en brazos de su madre, y ya nos saluda con la mano en movimiento parabrisas como si fuese una princesa. Quiero que esta tarde vea nuestra ventana muy colorida. Es curioso, ni siquiera sabemos su nombre, y vive a 20 metros, con un hueco de calle impersonal en medio. Y ahora nos hemos convertido en una especie de cómplices que nos entendemos sin palabras.
Me llama la atención que se siga hablando de la liga de fútbol. Es como si quienes están en eso no se hubieran enterado de lo que está pasando. Ya sé que se mueve mucho dinero, pero se me escapa esta manera de entender las prioridades. Será cosa del capitalismo, en el que el dinero es lo que va delante. Por otra parte, hay una especie de competición en la carrera de la vacuna, pero luego esas supuestas buenas noticias se enfrían cuando dicen que eso llevará tiempo. No sé si al fondo de todo esto estará también el dinero, aunque parece que sí porque está en todas partes, porque no entiendo esa tardanza en la llegada de materiales sanitarios a sus puntos de destino. Dicen que China ofrece ayuda, utilicemos su aprendizaje.
Esta mañana me hizo una videollamada mi amigo el escritor Juan Carlos de Sancho. Está solo en su casa, condenado a una cuarentena rigurosa autoimpuesta porque estuvo la semana pasada en Madrid, antes de que se decretara el estado de Alarma. Fue muy agradable hablar con él cara a cara, y espero que finalmente se cumpla con buenas noticias ese confinamiento riguroso (le llevan comida cada dos o tres días siguiendo los protocolos) y francamente lo encontré muy bien. Así que, viendo su ejemplo, no entiendo cómo sigue habiendo personas que todavía no acaban de tomarse en serio este asunto en el que nos jugamos la salud y en algunos caso la vida. Ah, y siempre el dinero.
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